Respuestas
Respuesta:
En varias oportunidades, más de uno ha tenido que precisar un decálogo. Sí, como suena. Una lista de enunciados de número par, con aspectos determinantes en un contexto cualquiera, justificados por una experiencia existencial concreta. Elaborado, tal vez, según la mejor tradición griega o de acuerdo a reminiscencia órfica o según la práctica judeocristiana, o según el orden legal o la exigencia moral o la importancia del momento. Diez. Número mágico por constituir la cifra que se conforma, de manera discreta, cuando en la progresión aritmética aparece el primer cero. También, por constituir una referencia exponencial, pues de unidades, a decenas, centenas y miles, sólo hay un cero. ¡Diez! Como símbolo de divinidades en tiempos griegos y en la tradición filosófica y religiosa rezago de principios, preceptos, conceptos y deberes, pues bajo esa numeración se organiza un compendio que permite instituir, muchas veces, lo mínimo: ética mínima, leyes mínimas, ideas mínimas, principios mínimos, compromiso mínimo… Decálogo que en variadas oportunidades sirve a protagonistas de cualquier relación para instituir un resumen de criterios mediante los cuales honrar su convivencia. Por ejemplo:
1. Derecho a amar.
2. Derecho a la felicidad.
3. Derecho al humor.
4. Derecho al afecto.
5. Derecho a creer.
6. Derecho a soñar.
7. Derecho a la verdad.
8. Derecho a la búsqueda.
9. Derecho al encuentro.
10. Derecho a la libertad.
Siguiendo cierta tradición, es interesante que cada quien tenga su propio decálogo. Que en la parejas se determine un listado de elaboración mutua que permita identificar ideas, precisar aspectos comunes y tener un algo que propicie en un momento determinado medir la naturaleza del toma y dame. Decálogo, como en tiempos griegos, con Solón a la cabeza; como en escenarios pitagóricos, con ritos de por medio; como en tiempos bíblicos, con Moisés como guía; como en época moderna a la manera liberal francesa; como en tiempos por venir: con la esperanza puesta en su contenido.
Es posible que algún lector de este texto aún no haya estipulado su propio decálogo. O en su experiencia familiar no lo haya precisado. O en su ambiente laboral lo desconozca. Pues, ha de saberse que un buen decálogo si bien es cierto no resuelve definitivamente el problema existencial -tampoco el ético-, por lo menos ayuda: a otear opciones, a visualizar escenarios, a precisar políticas, a caracterizar ambientes y relaciones…
Explicación:
Espero te sirva :)