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La masculinidad frágil ahre
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La masculinidad (también llamada hombría o virilidad en su acepción popular) es el conjunto de características de ser de los hombres (por ser propias de su sexo o al menos acentuadas en él). Usualmente abarca rasgos tanto biológicos como culturales. Mientras que, distintas corrientes académicas han señalado que la masculinidad es un conjunto de atributos, que los comportamientos y roles asociados con los hombres, niños y adultos, que son definidos social y biológicamente,[1][2][3]distinta de la definición del sexo anatómico masculino.[4][5] En esta línea de pensamiento académico, desde los estudios de género, se ha señalado que la masculinidad es también la construcción cultural de género que designa el rol de los varones en las sociedades.[6]
En la mitología griega, Hércules es sinónimo de masculinidad, junto con Apolo.
Símbolo masculino.
Entre los rasgos convencionalmente considerados masculinos, en tanto el conjunto de características al rol tradicional del varón, se incluyen la valentía, la independencia, y la asertividad.[7][8][9] Las valoraciones de estas características y sus aplicaciones específicas varían según la ubicación y el contexto, dependiendo de factores sociales y culturales.[10] Otras fuentes también consideran la fuerza muscular e intelectual,[11] la valentía, la virilidad, la ambición, el dominio de habilidades, el estoicismo, la agresividad, la competitividad, la seguridad, la auto-represión de la afectividad[12] y el ejercicio de la violencia[13] como rasgos de masculinidad. De este modo, a lo largo de la historia, los varones han experimentado una gran presión social para responder a las expectativas culturales de masculinidad, a través de comportamientos asociados a esos atributos. Así mismo en este contexto también ha provocado reacciones de hostilidad y represión cuando aparecen mujeres exhibiendo estas características.[14]
Tanto los hombres como las mujeres pueden presentar rasgos y comportamientos masculinos.[15] Aquellos que exhiben características tanto masculinas como femeninas se consideran andróginos y filósofas feministas, como Judith Butler, han argumentado que la ambigüedad de género puede desdibujar y transgredir las clasificaciones binarias y normativas de la identidad sexual.[16][17]
La concepción tradicional y hegemónica de "masculinidad" vincula y legitima la idea de que existe una relación natural entre el sexo masculino y la detención social del poder, especialmente en lo que refiere a la posición relativa de los hombres respecto de las mujeres. Esta ideología, conocida popularmente machismo ,[18] ha condicionado a los hombres para desarrollar conductas caracterizando el riesgo, la ausencia de responsabilidad y el ejercicio de la violencia.[19] Actualmente, la ideología machista es rechazada oficialmente en las sociedades contemporáneas. Sin embargo en la práctica todavía existen desigualdades o presión por perpetuarla.[20]
En algunas culturas y dependiendo del idioma, los conceptos y objetos inanimados se consideran masculinos o femeninos (la contraparte de lo masculino).[21]. Así mismo en la actualidad, se consideran algunos diseños de objetos cotidianos y representaciones como "masculinas" o "femeninas" desde el punto de vista de ventas, diseño y mercadeo.[22]
Generalidades
El concepto de la masculinidad varía histórica y culturalmente; por ejemplo, aunque el dandi fue visto como un ideal de masculinidad del siglo XIX, es considerado afeminado por los estándares modernos.[23] Similar a la masculinidad es la virilidad (del latín vir , "hombre"). Y por otro lado muchas actividades cotidianas que los hombres modernos realizan como lavar los platos o la ropa eran vistas como "afeminadas" en la antigüedad.
Actualmente existe un amplio espectro de investigaciones sobre el tema de la masculinidad y las masculinidades desde distintas ciencias sociales y con diferentes perspectivas. El estudio de la masculinidad o las masculinidades han sido objeto tanto de la antropología, como la sociología, la filosofía, la psicología y el ámbito de la sexualidad y la salud reproductiva.[24] El estudio académico de la masculinidad ha recibido una mayor atención durante la década de 1980 y principios de la de 1990, (por ejemplo, el número de cursos sobre el tema en los Estados Unidos pasó de 30 a más de 300).[25] Esto ha provocado la investigación de la intersección de la masculinidad con otros ejes de la discriminación social y conceptos de otros campos, como la construcción social de la diferencia de género[26](prevalente en un número de teorías filosóficas y sociológicas).