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Respuesta:
La Iglesia católica, que siempre a lo largo de su historia, fruto del mandamiento del amor, ha sabido ayudar a los más necesitados, reaccionó contra las injusticias sociales
generadas por la Revolución industrial. Aproximadamente a partir de 1830 encontramos los primeros ejemplos de compromiso social católico: el sacerdote francés Lacordaire, la Sociedad de San Francisco Javier, establecida en Francia en 1840, Juan Bosco, fundador de los salesianos; las intervenciones públicas de diversos obispos.
La Revolución industrial, desarrollada en el siglo XIX y principios del XX, supuso un gigantesco progreso material para la civilización, sin embargo, se fundó sobre uno de los capítulos más negros de la humanidad, el de las injusticias sufridas por un nuevo grupo social, el proletariado o clase obrera. El trabajador de la Revolución industrial vivió bajo condiciones inhumanas: con sueldos de miseria, jornadas laborales agotadoras
El II marqués de Comillas trabajó denodadamente fundando, participando y siempre impulsando diversas instituciones de carácter social, todas ellas pioneras: la Asociación General para el Estudio y Defensa de los Intereses de la Clase Obrera (1895), constituida por altas personalidades del Derecho y la política que propusieron al Gobierno las primeras leyes de carácter social en España; el Consejo Nacional de las Corporaciones Católico-Obreras; la Confederación Nacional de Sindicatos Católicos; la Junta Central de Acción Católica; la Sociedad Constructora Benéfica de Casas para obreros, en varias localidades españolas; los Centros de Cultura de la Mujer y Protección de la Infancia, de Barcelona; el Banco Popular de León XIII, que, entre sus objetivos, buscaba liberar a los campesinos pobres de la usura de los terratenientes.
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