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nooooooo lo seee3e3 kajaj
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El principio de reciprocidad es uno de los principios de influencia que hace que nos veamos obligados a corresponder los favores que nos han realizado, incluso en los casos en los que nosotros no los hemos pedido.
El principio de reciprocidad es uno de los 6 principios de la influencia enunciados por Robert Cialdini en su libro Influencia: Ciencia y práctica.
Una de las normas básicas de la sociedad humana se basa en la correspondencia de favores. Todos conocemos el dicho:
“Es de bien nacido, ser agradecido”
De hecho, tener fama de desagradecido o “gorrón” es uno de los peores estigmas que se pueden dar en una sociedad. Podríamos decir que el principio de reciprocidad ayuda a que la sociedad sea más “justa”.
El problema viene cuando algunos individuos o grupos se aprovechan del principio de reciprocidad para someter la voluntad de otra persona sin que su decisión le beneficie en absoluto. A continuación veremos ejemplos de cómo algunos se aprovechan de este hecho.
Ejemplos del principio de reciprocidad
El método de los Hare Krishna para obtener limosna es uno de los mejores ejemplos de la forma en la que el principio de reciprocidad influye en nuestras decisiones. En vez de limitarse a pedir donaciones para financiar su causa a los transeúntes, idearon un sistema mucho más efectivo. Lo que hacían era regalar una flor a cada persona y negarse a que fuese devuelta. Una vez que han recibido el “regalo”, se les pedía un donativo para su organización. De este modo, los ingresos de la organización se dispararon.
El principio de reciprocidad también es efectivo mediante una concesión, como por ejemplo realizando una petición menor que una inicial. En otras palabras, es más probable que otra persona acepte tu petición si primero haces una petición mucho mayor que éste rechace, ya que el principio de reciprocidad hará que este se sienta “en deuda” contigo aunque en realidad no le hayas hecho favor alguno.
Cómo evitar el principio de reciprocidad
Para evitar tomar decisiones equivocadas por culpa del principio de reciprocidad lo esencial es saber decir no. Por ejemplo, cuando alguien os ofrezca algo que en realidad no os interese, lo mejor es que os neguéis, ya que posiblemente esa persona lo que pretenda es obtener de vosotros algún trato de favor en el futuro, aunque sea de forma inconsciente. En otras palabras, sólo debemos aceptar los favores que nos resulten útiles y que sean realizados de “buena fe”.
En el caso de que nos hagan un favor que nosotros no hemos pedido con el propósito de influir en nuestra conducta, debemos ser conscientes de que si nos piden algo que no haríamos si no fuese por el favor previo debemos negarnos a hacerlo. Es decir, debemos actuar como si no nos hubieran hecho ningún favor, ya que sólo ha sido una artimaña para influir en nuestras decisiones futuras.