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La teoría de la dependencia es una respuesta teórica elaborada entre los años 50 y 70 por científicos sociales (principalmente brasileños, argentinos y chilenos) a la situación de estancamiento socio-económico latinoamericano en el siglo XX. La Teoría de la Dependencia utiliza la dualidad CENTRO -PERIFERIA y las teorías sobre los sistemas-mundo para sostener que la economía mundial posee un diseño desigual y perjudicial para los países no-desarrollados, a los que se les ha asignado un rol periférico de producción de materias primas con bajo valor agregado, en tanto que las decisiones fundamentales se adoptan en los países centrales, a los que se ha asignado la producción industrial de alto valor agregado.El contexto temporal (crisis capitalista de los años 30) fue determinante para esta tesis en la cual el Estado debía tomar un papel principal, regulando al Mercado. Fue también una respuesta propia a esa crisis, que en el mundo desarrollado se expresó a través del keynesianismo. Fue el argentino Raúl Prebisch quien justamente con su idea de centro-periferia en los años 40 instaló el debate en la intelectualidad latinoamericana. De otra manera, se trataba de una teoría explicativa de la modernidad periférica. El lugar de debate fue la CEPAL, ubicada en Santiago de Chile, la cual fue albergando en aquella época a los intelectuales más destacados de Latinoamérica.
La irrupción de intelectuales como Theotonio Dos Santos, Andre Gunder Frank, Ruy Mauro Marini, Celso Furtado, Enzo Faletto y Fernando Henrique Cardoso, entre otros, le dio un dinamismo profundo a la teoría de la dependencia, marcando claramente la estrategia estatal (Industrialización por sustitución de importaciones o ISI) de los países más industrializados del sub-continente (Argentina, México, Brasil y Chile) en la que estos países cerraron sus mercados (fomentando el mercado interno y aplicando altas tasas a las importaciones) y promovieron la construcción de una burocracia que pudiera interactuar con las élites decimonónicas que de paso contribuía a la construcción de una clase media de peso que pudiera fomentar el dinamismo del mismo mercado interno.
La inspiración teórica de esta teoría económica-social estaba en las tesis marxistas en diálogo con los postulados de Max Weber, cuyo pensamiento influyó notablemente en la estructura de este "pensamiento cepalino". Posteriormente, a fines de los 60 un nuevo impulso redefine las primeras ideas sobre la dependencia, ahora culpabilizando a las mismas élites latinoamericanas por el atraso de éstos países. Habría entonces, un factor interno y otro externo que produciría la situación de subdesarrollo. La solución nuevamente estaba en el énfasis del rol del Estado, quien debía tomar el control total de las políticas nacionales; entre éstas el control del dinamismo estacionario del capital, creación de empresas estratégicas con dirección y capital estatal y regulación bancaria. Esto último, a través de varios años, produjo una hiperinflación que devino la mayoría de los casos en desorden civil y golpes de Estado.
El golpe de Estado de 1973 en Chile produjo un quiebre de corto y mediano plazo en el pensamiento de la CEPAL, quiebre que marcaría la progresiva marginación y pérdida de influencia del proyecto. Corto plazo por la imposibilidad de seguir contribuyendo a políticas de Estado frente a la cadena de dictaduras latinoamericanas y las operaciones combinadas de la CIA y la política norteamericana y mediano plazo por un contexto de agotamiento de la estrategia de mercados internos y del mismo proyecto industrial (Industrialización) conocido desde el siglo XVII y ampliado por el fordismo.
La irrupción de intelectuales como Theotonio Dos Santos, Andre Gunder Frank, Ruy Mauro Marini, Celso Furtado, Enzo Faletto y Fernando Henrique Cardoso, entre otros, le dio un dinamismo profundo a la teoría de la dependencia, marcando claramente la estrategia estatal (Industrialización por sustitución de importaciones o ISI) de los países más industrializados del sub-continente (Argentina, México, Brasil y Chile) en la que estos países cerraron sus mercados (fomentando el mercado interno y aplicando altas tasas a las importaciones) y promovieron la construcción de una burocracia que pudiera interactuar con las élites decimonónicas que de paso contribuía a la construcción de una clase media de peso que pudiera fomentar el dinamismo del mismo mercado interno.
La inspiración teórica de esta teoría económica-social estaba en las tesis marxistas en diálogo con los postulados de Max Weber, cuyo pensamiento influyó notablemente en la estructura de este "pensamiento cepalino". Posteriormente, a fines de los 60 un nuevo impulso redefine las primeras ideas sobre la dependencia, ahora culpabilizando a las mismas élites latinoamericanas por el atraso de éstos países. Habría entonces, un factor interno y otro externo que produciría la situación de subdesarrollo. La solución nuevamente estaba en el énfasis del rol del Estado, quien debía tomar el control total de las políticas nacionales; entre éstas el control del dinamismo estacionario del capital, creación de empresas estratégicas con dirección y capital estatal y regulación bancaria. Esto último, a través de varios años, produjo una hiperinflación que devino la mayoría de los casos en desorden civil y golpes de Estado.
El golpe de Estado de 1973 en Chile produjo un quiebre de corto y mediano plazo en el pensamiento de la CEPAL, quiebre que marcaría la progresiva marginación y pérdida de influencia del proyecto. Corto plazo por la imposibilidad de seguir contribuyendo a políticas de Estado frente a la cadena de dictaduras latinoamericanas y las operaciones combinadas de la CIA y la política norteamericana y mediano plazo por un contexto de agotamiento de la estrategia de mercados internos y del mismo proyecto industrial (Industrialización) conocido desde el siglo XVII y ampliado por el fordismo.
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