• Asignatura: Castellano
  • Autor: lidianahenriquezcem
  • hace 4 años

señala un fragmento que indique la relacion entre el autor, el narrador y los personajes:



La Granja de Ngong
Yo tenía una granja en África, al pie de las colinas de Ngong. El ecuador atravesaba aquellas
tierras altas a un centenar de millas al norte, y la granja se asentaba a una altura de unos seis
mil pies. Durante el día te sentías a una gran altitud, cerca del sol, las primeras horas de la
mañana y las tardes eran límpidas y sosegadas, y las noches frías.

La situación geográfica y la altitud se combinaban para formar un paisaje único en el mundo.
No era ni excesivo ni opulento; era el África destilada a seis mil pies de altura, como la intensa
y refinada esencia de un continente. Los colores eran secos y quemados, como los colores en
cerámica. Los árboles tenían un follaje luminoso y delicado, de estructura diferente a la de los
árboles de Europa; no crecían en arco ni en cúpula, sino en capas horizontales, y su forma daba
a los altos árboles solitarios un parecido con las palmeras, o un aire romántico y heroico, como
barcos aparejados con las velas cargadas, y los linderos del bosque tenían una extraña
apariencia, como si el bosque entero vibrase ligeramente. Las desnudas y retorcidas acacias
crecían aquí y allá entre la hierba de las grandes praderas, y la hierba tenía un aroma como de
tomillo y arrayán de los pantanos; en algunos lugares el olor era tan fuerte que escocía las
narices. Todas las flores que encontrabas en las praderas o entre las trepadoras y lianas de los
bosques nativos eran diminutas, como flores de las dunas; tan sólo en el mismísimo principio
de las grandes lluvias crecía un cierto número de grandes y pesados lirios muy olorosos. Las
panorámicas eran inmensamente vacías. Todo lo que se veía estaba hecho para la grandeza y
la libertad, y poseía una inigualable nobleza.

La principal característica del paisaje y de tu vida en él era el aire. Al recordar una estancia en
las tierras altas africanas te impresiona el sentimiento de haber vivido durante un tiempo en el
aire. Lo habitual era que el cielo tuviera un color azul pálido o violeta, con una profusión de
nubes poderosas, ingrávidas, siempre cambiantes, encumbradas y flotantes, pero también
tenía un vigor azulado, y a corta distancia coloreaba con un azul intenso y fresco las cadenas
de colinas y los bosques. A mediodía el aire estaba vivo sobre la tierra, como una llama;
centelleaba, se ondulaba y brillaba como agua fluyendo, reflejaba y duplicaba todos los
objetos, creando una gran Fata Morgana. Allí arriba respirabas a gusto y absorbías seguridad y
ligereza de corazón. En las tierras altas te despertabas por la mañana y pensabas: «Estoy
donde debo estar».

La montaña de Ngong se extiende, como una larga cordillera, de norte a sur y está coronada
por cuatro majestuosos picos que, como olas inmóviles azul oscuro, se recortan contra el cielo.
Tiene una altura de ocho mil pies sobre el nivel del mar y al este dos mil pies sobre la tierra
que le rodea; pero hacia el oeste la vertiente es más profunda y empinada: las colinas bajan
verticalmente hacia el valle de la Falla Grande.

El viento en las tierras altas soplaba de modo continuo de norte a nordeste. Es el mismo viento
que por las costas de África y Arabia llaman el Monzón, el viento del este, que era el caballo

favorito del rey Salomón. Allí arriba se sentía simplemente la resistencia del aire, como la tierra
al lanzarse hacia delante en el espacio. El viento corría directamente contra las colinas de
Ngong y sus laderas ofrecían un lugar ideal para los planeadores, que podían ser levantados
por las corrientes por encima de la montaña. Las nubes, que viajaban con el viento, chocaban
contra las laderas de la colina, quedaban colgadas o eran atrapadas en la cima y rompían en
lluvia. Pero las que iban más altas y evitaban el escollo se disolvían hacia el oeste, sobre el
ardiente desierto del valle de la Falla. Muchas veces he seguido desde mi casa el avance de
esas maravillosas procesiones, admirando sus orgullosas masas flotantes, que en seguida
pasaban las colinas, se perdían en el aire azul y desaparecían.

Las colinas, vistas desde la granja, cambiaban de aspecto muchas veces durante el día, en
ocasiones parecían muy cercanas y otras muy lejanas. Por la tarde, al oscurecer, parecía al
principio como si en el cielo se hubiera dibujado una delgada línea […

Respuestas

Respuesta dada por: dany1479
1

Respuesta:

autor,narrador,personaje.

Explicación:

el autor es el que escribe.el narrador lo cuenta. y el personaje actua

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