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Los inversionistas valoran mucho que un emprendedor o un jefe de proyectos sepa realice una buena presentación al momento de vender su propuesta. Aquí las claves planteadas por Augeo Consulting Group:
1. Explicar el proyecto: las características principales del proyecto deben ser transmitidas en pocas palabras, sin rodeos y al grano. Debe quedar muy claro el modelo de negocio propuesto.
2. Experiencia e inquietudes: el expositor debe presentar resumidamente su experiencia personal, sus necesidades, sus ambiciones laborales, etc. Para los inversionistas es muy importante saber a quién van a apoyar.
3. Objetivos: definir el motivo, los objetivos y las necesidades que mueven el lanzamiento del proyecto. El inversor busca saber qué se requiere de él.
4. Sea concreto: no se trata de exponer un plan de negocios. Es solo un resumen en el que se definen los aspectos fundamentales del proyecto sin entrar en mayores detalles.
5. Pocas ideas pero de impacto: es importante destacar los puntos que definan la oportunidad que supone arriesgar por el proyecto.
6. Definir el público objetivo: se debe mostrar claramente el mercado al que se dirige el proyecto. Los inversores deben saber que los autores del proyecto conocen el sector en el que se participará, así como a la competencia.
7. Muestre entusiasmo: los potenciales inversores deben percibir pasión por el proyecto. El expositor debe demostrar que cree fervientemente en el proyecto y debe contagiar ese entusiasmo a quienes lo escuchan.
8. Conocimiento profundo: el expositor debe conocer todos los detalles del proyecto, de tal modo que pueda responder todas las preguntas y consultas. Dicho conocimiento debe abarcar las debilidades del proyecto y tener preparadas las soluciones correspondientes.
9. Concisión: se recomienda un discurso breve, preciso, conciso y sin adornos. Directo al grano y sin ahondar en detalles.
10. Reunión posterior: la venta del proyecto no se hará necesariamente en una primera exposición. El objetivo es despertar el interés del inversor por el proyecto. Si luego de la primera exposición quedan temas por desarrollar en una siguiente ponencia, habrá que programarla. Esa es una buena señal.
Un ejercicio importante es ponerse en la mente y en los zapatos de los posibles inversionistas y repasar desde esa perspectiva cada uno de los puntos de este decálogo, y así prever qué impresión podrían tener de la exposición y qué preguntas podrían surgir tras ella.