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Carlos Gorriarena es porteño y tiene 75 años. Cuenta que cuando era chico -ocho o diez años- no era un genio dibujando. Hacía garabatos como cualquiera a esa edad. Años después descubrió su vocación. Estudió en la Escuela de Bellas Artes, conoció a artistas argentinos de la talla de Antonio Berni , y pudo acceder a la obra de Picasso , Modigliani y muchos otros artistas que revolucionaron la forma de pintar, ver y dibujar. En el presente reportaje Gorriarena habla de sus comienzos en el oficio, brinda consejos útiles para los que se animan con los pinceles y comparte su experiencia como docente en su mítico taller del barrio de San Telmo.
Carlos Gorriarena no anda con vueltas. En su taller, se apresura a aclarar que cualquier persona puede ser artista, si se lo propone. Dice que no importa quién sea el aprendiz ni qué material use: con un lápiz basta, y si no, pueden utilizarse pinceles, trapos, manos, gomas, pies. Cualquier cosa sirve para hacer arte.
Gorriarena se dedicó, durante varias décadas, a ilustrar el poder en todas sus formas: político, social, artístico. El pintor y dibujante no se queja de su suerte: recibió importantes premios en el ámbito municipal y nacional que le permiten sobrevivir, enseña su arte a un grupo privilegiado de alumnos y alumnas, y de vez en cuando vende alguno de sus gigantescos cuadros.
Cuando se le pregunta si se puede ser pintor sin saber dibujar, es categórico: "no se puede ser pintor sin establecer relaciones determinadas de forma y espacio". A Gorriarena le parecen interesantes las posibilidades que brinda el arte digital, pero prefiere sus telas y sus tarros de pintura. Y mientras prepara una retrospectiva de su obra para presentar el año que viene, dice que es feliz con lo que hace y con lo que sueña.
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