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Una crisis como la que estamos viviendo nos enseña que todo puede ponerse patas arriba de un momento a otro. La situación cambia de forma radical, pero las marcas deben adaptarse a ella para sobrevivir.
De todo se aprende. Dicen que incluso de las peores situaciones es de las que mayor aprendizaje se extrae. Yo también lo creo así: aprendemos o, mejor dicho, no debemos olvidar lo aprendido en las situaciones adversas.
Un entorno complejo nos convierte en profesionales más hábiles, despiertos y creativos. Ahora más que nunca debemos percibir todas esas ideas que nos ayuden a fijar el rumbo para salir de este momento turbulento.
Para ello nunca debemos dar nada por sabido, por hecho. En los tiempos de crisis se debe aprender mucho y comparar lo que éramos con lo que somos para proyectar lo que seremos de forma más clara y acorde a los nuevos tiempos.
La nueva normalidad son esas nuevas reglas del juego que van a marcar la diferencia entre las marcas y los consumidores que se adapten a ellas y los que no. Es tremendamente complejo, puesto que seguimos aprendiendo, pero sí podemos aventurar algunos aprendizajes que esta situación nos deja.
Hay una serie de conclusiones, conceptos e ideas que no debemos olvidar, porque, como dice la célebre cita, «un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla».
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