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En la actualidad, la inteligencia artificial está dividida en dos "facciones" con objetivos y ambiciones distintas.
Del lado de la Inteligencia Artificial Fuerte encontrarás a aquellos que esperan producir mecanismos capaces de engañar a la Prueba de Turing, es decir, que en una prueba ciega, un entrevistador sea incapaz de distinguir entre una máquina y una persona. Algunos proponentes de la IA Fuerte van incluso más allá, esperando crear conciencias artificiales que imiten plenamente el modelo cognitivo humano y lo hagan evolucionar más allá de sus limitaciones. No es raro hallar transhumanistas en este grupo.
El otro campo, naturalmente, es el de la AI Débil. Sus defensores no esperan o no creen que sea posible generar mentes [super]humanas artificiales. Se concentran en descifrar y codificar comportamientos que denominamos "inteligentes" sin preocuparse de imitar ningún modelo cognitivo. Son prácticos en cuanto a técnica disponible se refiere: la mayoría de los algoritmos de inteligencia artificial se valen de principios matemáticos (cálculo, álgebra lineal) para modelar procesos de decisión. Vale notar que esto incluye a las redes neurales, que en la práctica son básicamente álgebra lineal con una pizca de cálculo diferencial.
Para resumir: la AI Fuerte quiere producir seres pensantes. La AI Débil quiere aplicar algoritmos que modelen procedimientos específicos de toma de decisiones a partir de conjuntos de datos. Ambas tienen en común el asistir en la toma de decisiones o librarnos de las tareas intelectuales de menor nivel.
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