Respuestas
Respuesta:A menudo, en nuestra lectura de los periódicos y también en nuestros intercambios
verbales comprobamos que los discursos con los que tomamos contacto se parecen a
objetos discontinuos, desajustados. Suelen aparecer rupturas o interferencias, algunas
derivadas del uso de palabras que de algún modo rompen un orden que aparecía como
establecido, algunas derivadas del cruce de varios enunciados en el terreno de un solo texto.
Lejos de considerarlos errores o desajustes, tenemos que comprender que así son los
textos y así funcionan; un discurso no es un conjunto homogéneo de enunciados que
remiten a un sujeto único de enunciación, sino todo lo contrario, un discurso es de
naturaleza heterogénea y suele presentar variadas y diversas fuentes de enunciación que a la
vez pueden entablar entre sí, variadas y diversas relaciones, algunas muy simples, otras más
complejas.
Cuando estamos en situación de producir o comprender un discurso que incluye más
de una fuente de enunciación, disponemos de dos variantes básicas de integración textual:
los estilos directo y estilo indirecto. Estos dos modos de representar o referir o citar
enunciados en un texto tienen reglas propias. Las veremos por separado.
Estilo directo
Mediante el estilo directo podemos citar textualmente las palabras de alguien e incluirlas
en nuestro discurso logrando que ambos enunciados mantengan sus propias marcas de
enunciación.
Pongamos un ejemplo :
“Hubo cuatro años en mi vida en los que no pude escribir, porque me había bloqueado”,
comentó, y agregó : “En ese tiempo me di cuenta de que la vida es un lugar muchísimo
menos habitable de lo que uno se imagina. Se la pasa muy mal en muchas ocasiones”.
Existe, para este ejemplo, una situación de enunciación del discurso citante que incluye otro
discurso diferente, que identificaremos como discurso citado. Ambos discursos mantienen
su autonomía y conservan sus propias marcas de enunciación
Explicación: