se repartió de manera equitativa el agua que contenía una cubeta en 8 jarras ¿cuántos litros de agua contenía la cubeta si cada jarra tiene 0.625 litros? ayuda
Respuestas
Respuesta:
5 litros
Explicación paso a paso:
si la cubeta tenía 8 jarras y cada jarra tenía 0.625 litros = 0.625 x 8 = 5.
entonces la cubeta con tenía 5 litros de agua
Exposición de motivos
El 22 de junio de 1818 nació Ignacio Ramírez en San Miguel el Grande, hoy de Allende, Guanajuato; fueron sus padres los indígenas Lino Ramírez y Sinforosa Calzada.
De su infancia poco se sabe; comenzó cuando el país estaba todavía envuelto en las espesas sombras de la vida colonial.
Don Lino destacó por sus servicios durante la lucha insurgente; hombre de vigorosas convicciones liberales, se empeñó en ejecutar las Leyes expedidas por el Congreso de 1833, enfrentándose a las rebeliones clericales y centralistas; la caída de Gómez Farías, merced a la reacción triunfante con el Plan de Cuernavaca, acarreó la suya y, así, quedaron anuladas las primeras medidas reformistas del partido progresista.
La familia, pues, tuvo que emigrar a la ciudad de México, donde el joven Ignacio continuó en el Colegio de San Gregorio los estudios iniciados en Querétaro.
Durante largos ocho años, Ignacio Ramírez vivió prácticamente en las bibliotecas públicas y, gracias a su privilegiado talento, sus exhaustivas lecturas lo convirtieron en un verdadero experto de varias ciencias, entre ellas las Matemáticas, Física, Química, Astronomía, Geografía, Anatomía, Fisiología, Historia Universal y de México, Filosofía, Filología, Lingüística e inclusive Teología Escolástica.
Por evidentes razones, su formación hogareña estuvo fuertemente saturada del liberalismo radical que su padre profesaba; a partir de entonces, se caracterizó por su temperamento escéptico, su demoledora ironía, sus embates contra los maestros y los políticos.
Con el aplauso de maestros y condiscípulos se graduó como abogado, culminando brillantemente los cursos de jurisprudencia.
Su insaciable avidez por investigar el por qué de las cosas, sus causas y sus efectos, lo obligó a ampliar de manera constante sus conocimientos científicos en gabinetes, observatorios y laboratorios para de esa manera completar las vastas y diversas teorías que con singular inteligencia atesoraba.
Así, en unos cuantos años Ramírez se había convertido en un verdadero humanista; su información universal hará que lo llamen "El Voltaire Mexicano".
A temprana edad, Ignacio Ramírez reunía todo: integridad personal, sabiduría, valor cívico, indiferencia ante los peligros que entraña la libertad de expresión, envidiable cultura que le permitió llegar a ser polemista temible, poeta de indudables méritos, ensayista, educador, dramaturgo, orador inspirado y convincente, periodista sagaz, certero e indomable, escritor satírico, legislador, juez, varias veces Secretario de Estado, y destacado Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que presidió de 1877 a 1879.
Con ese impresionante bagaje se presentó a la liza decimonónica quien habría de ser considerado por sus contemporáneos como el más lúcido y perspicaz hombre de la Reforma.
Escandalizando a la sociedad conservadora con su tesis de ingreso a la Academia de San Juan de Letrán, don Ignacio Ramírez, que frisaba apenas diecinueve años de edad, irrumpe en la escena pública y gana una celebridad que lo acompañaría por siempre.
Ante el asombro de propios y extraños, comenzó su libelo sosteniendo: "No hay Dios; los seres de la Naturaleza se sostienen por sí mismos".
El texto de Ramírez desapareció "misteriosamente", y sólo cabe especular que pudo haberlo fundado en la filosofía jonia que rechaza cualquier idea de divinidad y admite a la naturaleza como única realidad, o en el hilozoísmo de los milesios Tales, Anaximandro y Anaxímenes, en cuya opinión la materia está dotada de vitalidad suficiente para engendrar, por sí misma, toda realidad, o tal vez lo basó en "La Naturaleza de los Dioses", de Cicerón, donde éste cita el pensamiento de Cotta, académico, según el cual "La naturaleza persiste y se armoniza por su propio poder, sin ayuda alguna de los dioses", o quizá, en las teorías de Giordano Bruno que concebía el orden de la naturaleza como una unidad que se basta a sí misma, emancipándolo de las intervenciones sobrenaturales.
Sea lo que fuere, la audaz proclama de Ramírez desató el primer debate crucial entre los representantes del grupo retardatario agazapados en las complejas tinieblas e inextricables vericuetos del fanatismo medieval que garantizaba la permanencia de sus insolentes y abusivos privilegios, y los liberales, influenciados por el enciclopedismo del siglo de las luces.
De ahí en adelante, don Ignacio figuró como el primer ateo público de México, el "Anticristo", Satán redivivo, y el enemigo furibundo y mordaz de la religión organizada, el cual, sin ambages, tachó siempre al clero de ser el más grave obstáculo para el progreso de la Nación, rasgo definitorio de su obra.
Ramírez inició sus actividades en la vida política del país, sobresaliendo, a partir de entonces y en todo momento, su lucha tenaz y decidida para transformar las instituciones y tendencias retrógradas que asfixiaban a la sociedad en su conjunto.
Explicación paso a paso:MIRA ESTO ES UN POCO DE LA HISTORIA