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Respuesta:
La Cuesta de las Comadres' se entiende mejor cómo si fueran dos cuentos distintos apenas unidos por la continuidad del personaje narrador y por el hecho de que quienes mueren en el segundo cuento, los difuntos Torricos, son los personajes del primero. Pero nada perdería ninguno de los dos cuentos si quienes murieran en el segundo fueran otros personajes.
Los glosaré por separado. El primer cuento terminaría con la línea: "De ese modo fue como supe qué cosas iban a espiar todas las tardes los Torricos, sentados junto a mi casa de la Cuesta de las Comadres."
La siguiente línea: "A Remigio Torrico yo lo maté" sería el inicio del segundo cuento.
¿Cuál es el problema o situación difícil en el primer cuento? Los pobladores de la Cuesta viven en terrenos y casas propiedad de dos bandidos, los Torricos, quienes no sólo asaltan a los arrieros que pasan cerca sino que roban lo que les gusta de quienes viven ahí.
¿Qué hacen frente al problema? Los habitantes simplemente se van, desaparecen sin avisar. El lugar se va despoblando. El narrador-participante se gana la amistad de los Torricos y les ayuda en un robo.
Escenario: Los Torricos se han ido apoderando de los terrenos y de las casas de la Cuesta que al principio se habían repartido entre sesenta personas. Tenían enemigos tanto entre la gente de la Cuesta, que les teme, como en Zapotlán. Desde lo alto de la cuesta, en la casa del narrador, espiaban los movimientos de las posibles víctimas.
Acción: El narrador ayuda a los Torricos a llevar mercancía robada de un arriero que fue asesinado. De ese modo se entera de lo que hacen ellos cuando van a espiar a su casa.
La tensión narrativa se genera por la información que poco a poco nos va dando el autor. De entrada nos dice que algo malo pasó: "Los difuntos Torricos siempre fueron buenos amigos míos". El adjetivo 'difuntos' crea inmediatamente el interés del lector. Quite ese adjetivo y el inicio del cuento se desinfla.
Luego nos vamos enterando:
"a nadie...nos pudieron ver con buenos ojos los de Zapotlan"
"Seguido había desavenencias."
"La cuesta de las Comadres se había ido deshabitando"
"Es seguro que les sobraban ganas de pelearse con los Torricos para desquitarse de todo el mal que les habían hecho; pero no tuvieron ánimos"
"Sólo después supe que no pensaban eso" (ir a pasear a Zapotlán)
"Entonces la gente se apuraba a esconder otra vez sus cosas"
"Yo iba un poco asustado"
"Ése... parece estar muerto o algo por el estilo"
Cada una de esas frases genera preguntas y curiosidad en el lector. Ahí está mucho del éxito de la narración.
En el 'segundo' cuento:
¿Cuál es el problema o situación difícil? Remigio Torrico acusa al narrador de haber matado a su hermano Odilón.
¿Qué hace frente al problema? Escucha las acusaciones, conserva la calma, mata al acusador con una aguja de arria.
Escenario: Alguien mató a Odilón Torrico. Hay evidencias que apuntan a que el narrador es el asesino. Los dos hermanos tenían muchos enemigos.
Acción: Remigio se presenta y acusa al narrador quien, después de matarlo, le explica cómo fue que murió Odilón.
La tensión se crea desde la primera línea: "A Remigio Torrico yo lo maté". Desde el principio Rulfo nos dice el final, pero el lector quiere saber cómo enfrentó al bandido, cómo sortea el narrador las acusaciones y quién mató a Odilón.
La tensión crece con líneas como:
"Ha de haber andado borracho. Se me puso enfrente y se bamboleaba..."
"A mi me gustan las cosas derechas... he venido aquí a enderezarlas."
"Supe cómo me echaba a mí la culpa de haber matado a su hermano."
Hay dos momentos en los que Rulfo nos deja ver los valores que rigen la vida en esa comunidad. En el primero habla Remigio "Odilón y yó éramos sinvergüenzas y lo que tu quieras, y no digo que no llegamos a matar a nadie; pero nunca por tan poco." Remigio reconoce cierta conciencia de actuar mal, de ser delincuente. Admite muy sesgadamente haber matado (no digo que no) pero lo que lo redime es "nunca por tan poco". Es malo matar, pero es peor hacerlo por poco.
En el otro momento, es el narrador quien habla después de haber matado a Remigio: "Mira Remigio, me has de dispensar, pero yo no maté a Odilón". Es un acto de cortesía pedir dispensa por contradecir. Se puede matar a alguien, pero no faltarle al repeto. (Esta cortesía con los asesinados vuelve a aparecer en El Hombre)
Esos detalles del lenguaje de los personajes nos revelan el alma de la sociedad en la que viven.
Hay una historia oculta en esta narración, lo que Rulfo quiere decir a sus lectores: La descripción de la vida en esas regiones sin más ley que la del más fuerte, quien abusa y despoja a quienes no tienen ánimo de enfrentarlo y se resignan o huyen.
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