¿porque el bipartidismo ha impedido la consolidación de un proyecto político nacional?

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Respuesta dada por: lageto
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Las elecciones del pasado 31 de Octubre confirmaron un hecho ya visible en anteriores competencias locales: los herederos del bipartidismo liberal-conservador, dominante durante más de 150 años, son superados ahora por partidos y movimientos fluctuantes y mutantes.

De hecho, los denominados “grupos significativos de ciudadanos”, una amalgama de grupos y movimientos, se situaron en el primer lugar de la contienda y obtuvieron más votos que el Partido Liberal (al que casi doblan en votos), el Partido de la U y los demás partidos.

Como dije en la primera parte de este artículo, los partidos políticos expresan la pluralidad de una nación moderna, pero todos ellos deben hacer parte de lo que John Rawls denomina consenso constitucional, esto es, la defensa, el acatamiento y la promoción del orden político básico que se concreta en la constitución.

En la tradición liberal, la constitución es la expresión normativa de “los intereses de la comunidad considerada en conjunto” (Madison) y los ataques contra ella representan intereses políticos particulares y facciosos, que se oponen a la construcción de un “nosotros” social.

En el retrato desolador y melancólico de Simón Bolívar que nos ha legado Gabriel García Márquez, un Libertador desengañado afirma que “cada colombiano es un país enemigo”.[1] Bolívar, como los padres fundadores de la unión norteamericana, advirtió tempranamente los peligros de las facciones, expresión de los intereses particulares, para la construcción de la Nación, de la gran patria que debía fundar la integridad latinoamericana.

Desde los tiempos mismos de la Independencia, el proyecto — o si se quiere, la utopía — de la unidad política de la Nación ha debido convivir y tropezar con la realidad de los intereses políticos locales y facciosos de grupos específicos, quienes se oponen justamente “a los intereses permanentes de la comunidad considerada en conjunto”

La construcción de un “nosotros” — de un proyecto integrador de la nación colombiana — ha estado ligada a un nacionalismo simbólico identitario (la bandera, el himno, las selecciones deportivas, las campañas publicitarias) y ha aplazado indefinidamente la creación de una unidad nacional palpable en la infraestructura material y en la construcción de un proyecto democrático integrador de clases sociales, regiones y diversas comunidades excluídas.

En palabras del Bolívar garciamarquiano, “a los colombianos sólo se les ocurren ideas para dividir.” Y el dilema estaba claramente planteado, como para Hamilton, Madison, Voltaire, Burke y Hume: unidad o anarquía.

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