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A fin de llegar a la comunidad nativa de Puerto Luz en la selva tropical amazónica del sur
peruano, primero se debe llegar a la ciudad de Puerto Maldonado, la capital de la provincia
de Madre de Dios. Luego se viaja en auto durante tres horas en la Carretera Interoceánica
hacia orillas del Río Tambopata, reconocido por su color café claro.
Finalmente se viaja en un largo y estrecho taxi acuático, seguido por otro viaje de dos
horas en auto, que incluye cruzar el río Pukiri, lo que deja mojado los tapetes del auto.. En
el apocalíptico pueblo minero Delta 1, los mototaxis esperan para llevar a los pasajeros a
través de la selva durante los 30 minutos finales del viaje. El camino se recorre sobre tablas
de madera. Casi al final, se serpentea a través de un circuito de montículos de tierra y
piedras del tamaño de viviendas que han sido dejados atrás por la minería aurífera ilegal.
En Puerto Luz, se pueden encontrar hogares construidos con tablas de madera agrupados
en medio de un frondoso bosque en pie. El presidente de la aldea Andrés Moqui se sienta
sobre una silla de plástico y relata la experiencia los 600 residentes de la comunidad,
miembros del grupo étnico Harakmbut, ahora que se enfrentan al cambio climático.
El sol es mucho más intenso que hace 20 años, menciona. “Ahora nos quema la piel,
tenemos dolor de cabeza por las noches y nos enfermamos”. El bosque también ha
cambiado. Los frutos maduran y se descomponen a mayor velocidad y los animales que
los pobladores cazan en la cercana Reserva Comunal Amarakaeri a menudo se encuentran
llenos de gusanos. “Todo es más pequeño, los peces y las aves” afirma Moqui, quien
atribuye estas alteraciones al cambio climático. “Nos afecta mucho "El Perú mantiene el décimo puesto en el ranking mundial de áreas con mayor densidad
forestal. Más de la mitad del país, aproximadamente 260,000 millas cuadradas (673,109
km2), se encuentra cubierta por bosques. Solo Brasil cuenta con un área mayor de bosque
tropical amazónico. Esto hace que el Perú sea considerado uno de los diez países con
mayor diversidad en el mundo, con más de 330,000 personas que dependen directamente
de los bosques nacionales para su subsistencia muchos más que dependen de los
numerosos productos y servicios ecosistémicos provistos por estos bosques.
A su vez, la Amazonia acaba de ser incluida en una lista de WWF de las principales
regiones en peligro de deforestación — una de las 11 regiones con expectativas de presentar
mayor deforestación y degradación de los bosques a nivel mundial para el año 2030.
En la Amazonia peruana, los principales causas de la deforestación son la agricultura
de menor escala, la minería comercial y la construcción de vías. La degradación de los
bosques es causada principalmente por la tala ilegal. Cerca de 1,100 millas cuadradas
(2,849 km2
) de bosques peruanos son talados anualmente — casi 80% de ellos de manera
ilegal. Esta pérdida forestal afecta mucho más allá que solo a árboles y la maravillosa
fauna peruana, ya que también es responsable de casi la mitad de las emisiones de gases
efecto invernadero a nivel nacional. (La deforestación y degradación de los bosques son las
principales fuentes de CO2 a nivel mundial, luego de la quema de combustibles fósiles.)
La situación podría ser peor. Varios países presentan tasas más elevadas de pérdida
forestal. Irónicamente, esto podría cambiar ahora que el Perú entra a una segunda década
de relativa prosperidad y estabilidad política. En Madre de Dios, por ejemplo, la Carretera
Interoceánica — una carretera asfaltada de $2,8 mil millones, con una extensión de 1,600
millas (2,560 km) desde la costa del Perú hasta Brasil — fue completada en el 2011 y
ha permitido el acceso a regiones forestales que alguna vez fueron zonas aisladas. Las
personas llegan desde provincias andinas y otras regiones del Perú, que se encuentran en
situación de pobreza, en busca de trabajo. Muchos terminan dedicándose a la minería
aurífera, que puede pagar hasta cinco veces más que el trabajo de agricultura. Sin
embargo, esta actividad deja a menudo un paisaje infértil dónde alguna vez hubo bosques
prósperos.
Para las economías centradas en la extracción de recursos naturales, este boom a
menudo trae crecientes amenazas ambientales. No obstante, las finanzas obtenidas por
dicho desarrollo también pueden abrir mayores oportunidades de conservación. Ese
definitivamente es el caso del Perú.
“Cuando se trata de bosques y su efecto sobre el clima global”, dice Patricia León-Melgar,
quien dirige la oficina de WWF Perú y también la Iniciativa Bosques y Clima de la Red
de WWF, “la pregunta es cómo manejar la ola de manera sostenible — cómo disfrutar
los beneficios económicos sin sacrificar los valores sociales y ecológicos”. Desde pueblos
remotos, negocios y hasta los niveles más altos del gobierno, ya se realizan esfuerzos para
lograr justo eso.