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Respuesta:
Al investigar lo que el apóstol Pablo y Cristo mismo dijeron al respecto, nosotros mismos podemos determinar si el relato de Adán y Eva fue simbólico y si ellos realmente existieron, o no.
El apóstol Pablo establece un paralelo entre el papel que desempeñó Adán y el que desempeñó Jesús, al explicar: “Por un hombre [Adán] entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte [...] Si por el delito de aquél solo la muerte inauguró su reinado, por culpa de aquél solo, mucho más los que reciben esa sobra de gracia y de perdón gratuito, viviendo reinarán por obra de uno solo, Jesús Mesías” (Romanos 5:12, 17, Nueva Biblia Española). Él recalca lo mismo en otra de sus cartas, en la que llama a Jesús “el último Adán”, y así muestra que solo Jesús podía redimir lo que Adán había perdido. Entonces, después de ser resucitado para vivir como espíritu en los cielos, Jesús podía llegar a ser “un espíritu dador de vida” a favor de todos los que serían salvos (1 Corintios 15:45). Pues bien, si Adán sólo fuera símbolo de la humanidad, o un “ser colectivo”, como lo califica una nota al pie de la página de la Traducción Oecuménique de la Bable (Traducción Ecuménica de la Biblia), ¿Qué base habría para el argumento del apóstol Pablo?
Sin embargo, el testimonio más importante respecto a la autenticidad del relato de Génesis sobre Adán y Eva lo proporcionó Cristo mismo, quien se refirió a éste cuando los líderes religiosos de su día lo interrogaron. Él declaró: “‘¿No habéis leído [en Génesis] que el que los creó al principio los hizo varón y mujer?’ ‘Y dijo: Por eso dejará el hombre al padre y a la madre y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. […] Lo que Dios unió, no lo separe el hombre’” (Mateo 19:4-6, Franqueza-Solé). ¿Podemos imaginarnos que Jesús basara su enseñanza acerca de lo sagrado del matrimonio en algo imaginario o mitológico?
Explicación:
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