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Respuesta:
Estaba orgulloso de sus Siete tratados y deseaba publicarlos de la forma más lujosa posible. Pero no logró reunir el dinero que demandaba el proyecto, hasta que consiguió el auspicio del empresario José Joaquín de la ciudad de Besançon. Cuando fueron publicados sus Siete tratados, Montalvo fue reconocido y elogiado por varios críticos europeos, aunque solo en el ámbito de la cultura hispana (mantenida por emigrantes españoles e hispanoamericanos por medio de publicaciones) o hispanistas de París.32En consecuencia, Montalvo se apresuró a promocionar sus tratados en España. A finales de mayo, habían recibido los dos volúmenes de los Siete tratados el director del diario El Globo y Emilio Castelar. El 23 de octubre de 1882 su esposa María Adelaida falleció, y el mismo año Montalvo inició una relación sentimental con la francesa Augustine-Catherine Contoux, que mantuvo hasta sus últimos días.33 Con ella tendría un hijo en 1886, fruto de su concubinato.34
Ansioso por conquistar la fama en España, Montalvo armó inmediatamente un viaje a Madrid, y llegó a la ciudad el 2 de junio de 1883. Se instaló en el mejor hotel de aquellos años: el Hotel París, ubicado en la Puerta del Sol. Muchos hombres de letras fueron a visitarle o le invitaron a encontrarse con ellos: Gaspar Núñez de Arce, Jesús Pando y Valle, Marcelino Menéndez Pelayo y Manuel del Palacio, además de Juan Valera, Emilia Pardo Bazán, Leopoldo García Ramón y Carlos Gutiérrez, a más de dos figuras italianas: Cesare Cantù y Edmundo de Amicis. El mismo año el presidente José Plácido Caamaño le ofreció una diputación, que rechazó.35
Sin embargo, los Siete tratados no fueron bien recibidos por todos; la Iglesia en el Ecuador, a través del arzobispo de Quito monseñor José Ignacio Ordóñez, mostró su descontento con la obra. El 19 de febrero de 1884 el arzobispo reprobó y condenó los Siete tratados por medio de una carta pastoral. Pronto Montalvo respondió al clérigo por medio de su libro Mercurial eclesiástica, escrito con pasmosa fuerza de improvisación y lleno de ataques violentos contra Ordóñez y la Iglesia. Por ese motivo, el arzobispo Ordóñez viajó a Roma con la intención de conseguir del Papa la prohibición de su lectura, y en poco tiempo León XIII incluyó a los Siete tratados en el Índice de libros prohibidos.36
Más tarde, en 1886, Montalvo empezó la publicación de El Espectador, libro compuesto de tres volúmenes, cada uno de los cuales contenía diecisiete, diecinueve y nueve ensayos cada uno. De vuelta en Francia, sus planes de retorno al Ecuador fueron fracasando, y tuvo que permanecer en París. En 1888 el presidente Antonio Flores Jijón le ofreció la posición de cónsul en Burdeos y Montalvo no aceptó su propuesta.35 En París, posiblemente entre el 8 y el 10 de marzo de 1888, su salud se deterioró de manera brusca debido al mal clima: un fuerte aguacero lo sorprendió mientras regresaba de la casa editorial donde había corregido ciertos detalles del tercer volumen de El Espectador, y contrajo neumonía.
Explicación:
Espero te sirva
Respuesta:
Perteneció por cerca de diez años a la Compañía de Jesús, que abandonó finalmente en 1872, cuando contaba con 28 años de edad y aún no había sido nombrado presbítero. González Suárez se trasladó entonces a Cuenca, donde recibió las órdenes sacerdotales, y vivió allí once años, hasta 1883. Desde aquella época comenzó a figurar en la vida pública nacional como hombre prestigioso por su saber, inteligencia, pluma y verbo oratorio. Por esa época ya era notable por su gran talento y habilidad política, condiciones que le permitirían alcanzar las más altas posiciones dentro de la Iglesia, y ejercer su poderosa influencia en la política y el Estado.[1][2]
En 1878 fue elegido diputado por la provincia del Azuay a la Convención de Ambato. Más tarde, en 1883 se estableció nuevamente en Quito donde combatió a la dictadura instaurada por el Gral. Ignacio de Veintemilla, y al tiempo que intervenía en la política su figura se fue haciendo muy respetada y temida por su intransigencia moral.[1][2]
Nuevamente asistió como Senador al Congreso de 1892; el 14 de diciembre de 1894, pese a las duras críticas en su contra, el papa León XIII lo escogió para ocupar el obispado de Riobamba,[2] y luego como Obispo de Ibarra 1895 a 1905. En 1906, Pío X lo nombró Arzobispo de Quito, lugar desde el cual dirigió la iglesia ecuatoriana hasta su muerte.[1]