A lo largo de nuestra historia, nos hemos enfrentado a diversos desafíos y, para salir adelante, hemos tenido que adaptarnos a los nuevos cambios. Así hemos ido desarrollándonos. Particularmente, el 2020 ha sido un año desafiante para todos. Hemos enfrentado la necesidad de poner en práctica acciones para proteger nuestra salud y la de nuestra familia, velar por la economía familiar, la convivencia y ejercer la participación ciudadana. En ese sentido, es importante reflexionar sobre las experiencias vividas producto de la pandemia, pues el COVID-19 persiste y genera preocupación, por lo que se hace necesario seguir cuidándonos para no detener nuestro desarrollo. Por eso, nos preguntamos: ¿Cómo nos ha desafiado la pandemia y los hechos vividos en este año 2020? ¿De qué manera, desde nuestras potencialidades, podemos afrontar exitosamente esos desafíos? ¿Qué nos proponemos y qué compromisos podemos asumir para continuar con nuestro desarrollo? Para responder a estas preguntas, elaborarás una crónica sobre este año para seguir construyéndonos como país.
Respuestas
Respuesta:
“…(L)a cuestión, tanto para el Vaticano como para los académicos, ‘no es si la ciencia y la religión pueden coexistir. La pregunta es cómo el avance científico informa la interpretación teológica y el razonamiento ético en un mundo de innumerables dependencias mutuas.’… La lección aprendida del diálogo histórico entre la PAS y el Vaticano indica que los marcos institucionales son importantes y pueden conducir a fructíferos procesos comunitarios de discernimiento y colaboración.”
Jaime Tatay Nieto SJ
En el quinto aniversario de la promulgación de la encíclica Laudato Si’ (2015), un artículo recientemente publicado en la revista Religions, en Ingles, Sustainability, the Pontifical Academy of Sciences, and the Catholic Church’s Ecological Turn analiza el modo como las cuestiones ambientales se han integrado en el pensamiento social cristiano a lo largo de los últimos 50 años.
En este reciente desarrollo histórico, la investigación académica ha prestado especial atención a la forma en que las diferentes corrientes eco-teológicas, los desarrollos culturales y las iniciativas comunitarias influyeron en el giro ecológico de la Iglesia. Sin embargo, no se ha estudiado a fondo el papel clave desempeñado por las instituciones eclesiales intermedias, en particular por interlocutores altamente cualificados como la Pontificia Academia de las Ciencias (PAS).
El artículo afirma que una institución intermedia de carácter “epistémico” como la PAS ha sido clave en este desarrollo: advirtiendo de la gravedad de las cuestiones socioambientales, promoviendo la alfabetización ecológica, fomentando la reflexión ética y catalizando un diálogo interdisciplinar orientado a la incidencia política.
Reproducimos, a continuación, las conclusiones traducidas al castellano.
Conclusiones
Según Christiana Z Peppard, la cuestión, tanto para el Vaticano como para los académicos, “no es si la ciencia y la religión pueden coexistir. La pregunta es cómo el avance científico informa la interpretación teológica y el razonamiento ético en un mundo de innumerables dependencias mutuas.” Desde su refundación en 1936, los académicos se han preocupado por estudiar los nuevos desafíos científicos y técnicos, pero también por promover la reflexión ética para orientar la política y guiar el magisterio de la Iglesia.
Dado el carácter profundamente interdisciplinar de la ciencia de la sostenibilidad, los científicos de la PAS – y, desde 1994, junto con los científicos sociales de la PAS – se han convertido en socios en un diálogo significativo entre las ciencias naturales, las ciencias sociales, la filosofía y la teología. De hecho, la Academia ha funcionado extraoficialmente como el consejo científico de referencia para la Iglesia Católica. No es de extrañar que fuese la primera institución eclesial que prestase una atención cuidadosa y sostenida a los nuevos desafíos socioecológicos a los que se enfrenta la humanidad, transmitiendo las apremiantes cuestiones éticas planteadas por los académicos a los pontífices y, a través de su alcance mundial, a los políticos, los líderes religiosos de otras tradiciones religiosas y la sociedad civil en su conjunto.
Si, como afirma Elinor Ostrom, “la diversidad institucional puede ser tan importante como la diversidad biológica para nuestra supervivencia a largo plazo,” podríamos argumentar que la diversidad institucional interna de una religión global como la católica ha desempeñado un papel clave y puede ser tan importante como el propio magisterio oficial para hacer frente al desafío de la sostenibilidad, la mayor amenaza individual para nuestra supervivencia a largo plazo.
Christopher D Ives y Jeremy Kidwell afirman “que, si bien hay mucho apoyo potencial para los valores humanos de la sostenibilidad dentro de las tradiciones religiosas, es esencial que la religión sea vista como un fenómeno institucional complejo, de múltiples escalas y multidimensional.” Estos investigadores distinguen entre el individuo, la comunidad y la escala institucional formal. Los tres niveles interactúan entre sí y son permeables al contexto sociocultural y ecológico en el que se insertan. Para Ives y Kidwell, la escala institucional formal incluye “declaraciones públicas de las principales religiones o