• Asignatura: Química
  • Autor: juanjose6778
  • hace 4 años

un cuento de terror misterio corto ​


elmeychumac65: noda

Respuestas

Respuesta dada por: elmeychumac65
17

Respuesta:

La casa embrujada

una vez avía un señor de 45 que siempre vivía normal en su casa asta que un día tubo un sueño raro y era que avía soñado con una luz azul muy brillosa, todos los días veía esa luz peleando con otras luces asta que un día era su hermana de visita y esa luz lo embrujo se les puso los ojos blancos y la mato desde ese día la casa está embrujada

tipo mito gracias por escucharme


alvaradobarreramarlo: Gracias
kamilochona856: hola una duda como se desarrolla el conflicto
lg590336: falto cuantos años de del señor
Respuesta dada por: 154122
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tiempo libre

Todas las mañanas compro el periódico y todas las mañanas, al leerlo, me mancho los dedos con tinta. Nunca me ha importado ensuciármelos, con tal de estar al día con las noticias. Pero esta mañana sentí un gran malestar apenas toqué el periódico. Creí que solamente se trataba de uno de mis acostumbrados mareos. Pagué el importe del diario y regresé a mi casa. Mi espo-sa había salido de compras. Me acomodé en mi sillón favorito y me puse a leer la primera página. Luego de enterarme de que un jetse había desplomado, volví a sentirme mal; vi mis dedos y los encontré más tiznados que de costumbre. Con un dolor de cabeza terrible, fui al baño, me lavé las manos con toda calma y, ya tranquilo, regresé al sillón. Cuando iba a tomar mi cigarro, descubrí que una mancha negra cubría mis de-dos. De inmediato retorné al baño, me tallé con zacate, piedra pómez y, finalmente, me lavé con blanqueador; pero el intento fue inútil, porque la mancha creció y me invadió hasta los codos. Ahora, más preocupado que molesto, llamé al doctor y me recomendó que tomara unas vaca-ciones, o que durmiera. Después, llamé a las ofi-cinas del periódico para elevar mi más rotunda protesta; me contestó una voz de mujer, que solamente me insultó y me trató de loco. En el momento en que hablaba por teléfono, me di cuenta de que, en realidad, no se trataba de una mancha, sino de un número infinito de letras pequeñísimas, apeñuscadas, como una infinita multitud de hormigas negras. Cuando colgué, las letritas habían avanzado ya hasta mi cintura. Asustado corrí hacia la puerta de entrada; pero, antes de abrirla, me flaquearon las piernas y caí estrepitosamente. Tirado boca arriba descubrí que, además de la gran cantidad de letras-hormiga que ahora ocupaban todo mi cuerpo, había una que otra fotografía. Así estu-ve varias horas hasta que escuché que abrían la puerta. Me costó trabajo hilar la idea, pero al fin pensé que había llegado mi salvación. Entró mi esposa, me levantó del suelo, me cargó bajo el brazo, se acomodó en mi sillón favorito, me hojeó despreocupadamente y se puso a leer

tipo mito gracias por escucharme

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