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LA VIUDA DEL TAMARINDO
Cuentan nuestros abuelos, que de los frondosos árboles de tamarindo que existían en esa parroquia por donde se encuentra la Ciénega de El Morro; salía, después de medianoche, una viuda con su enlutado traje, bailando con rápidos pasos, persiguiendo a los caminantes de aquellos lares, los que, al querer cogerla , ella se les desaparecía como por arte de magia a una velocidad impresionante. Era algo increíble, pues nunca se dejaba ver la cara, estaba como loca por haber perdido a su marido. Hasta que alguien superando el miedo, se le acercó sin que ella se percatara y le sacó el velo, pero !oh sorpresa!, su cara era una calavera. Desde aquella vez, al verse descubierta nunca más apareció por esos lares.
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Explicación:uentan nuestros abuelos, que de los frondosos árboles de tamarindo que existían en esa parroquia por donde se encuentra la Ciénega de El Morro; salía, después de medianoche, una viuda con su enlutado traje, bailando con rápidos pasos, persiguiendo a los caminantes de aquellos lares, los que, al querer cogerla , ella se les desaparecía como por arte de magia a una velocidad impresionante. Era algo increíble, pues nunca se dejaba ver la cara, estaba como loca por haber perdido a su marido. Hasta que alguien superando el miedo, se le acercó sin que ella se percatara y le sacó el velo, pero !oh sorpresa!, su cara era una calavera. Desde aquella vez, al verse descubierta nunca más apareció por esos lares.