• Asignatura: Historia
  • Autor: AlexCotto
  • hace 5 años

La mujer en la literatura española de los siglos XIII, XIV y XV

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Respuesta dada por: williamspavon6
2

Respuesta:

Edad Media es un término utilizado para referirse a un periodo de la historia que

transcurrió desde la desintegración del Imperio romano de Occidente, en el siglo V,

hasta el siglo XV. El principal problema que nos encontramos a la hora de definir la

Historia de las Mujeres en la Edad Media, es su ausencia en las fuentes escritas, por lo

que no es fácil rastrear sus actividades diarias, sus posicionamientos o pensamientos

sino que lo poco que sabemos es a través de los escritos masculinos. Por eso hay que ser

cuidadosos a la hora de tener o no por válida la imagen que los clérigos, los únicos que

sabían escribir, dan sobre la mujer. A pesar de esta dificultad, hoy en día conocemos a

grandes figuras como Leonor de Aquitania, Juana de Arco o Christine de Pisan, así

como muchos elementos de su vida cotidiana: podemos conocer qué comían, a qué se

dedicaban, cómo cocinaban, qué vestían, etc.

Las opiniones de la mujer en la Edad Media van desde el desprecio hasta la

adoración, con gran cantidad de matices, pero, indudablemente, parece que en esta

época se la consideraba inferior al hombre, con dos excepciones, la religiosa, donde la

Virgen María cobra fuerza, y la caballeresca.

España comenzó el siglo VIII con tres religiones conviviendo: la judía, la

musulmana y la cristiana, que son, además, tres formas distintas de pensar, entender,

definir y construir a la mujer. Las diferencias de clase son claras.

La Iglesia tenía reservadas para la mujer dos imágenes que pretendía instaurar

como modelo en una sociedad cada vez más compleja, que había que dirigir con mano

de hierro si se quería controlar. La primera de ellas es la de Eva, que fue creada con la

costilla de Adán y fue la causante de la expulsión de ambos del Paraíso al comer la

manzana, símbolo de la tentación. La segunda es la de María, que representa, además

de la virginidad, la abnegación como madre y como esposa.

Había tres tipos de damas, las que querían escuchar el amor, las que se negaban

a escucharlo y las que sólo se dedicaban a lo sexual. La primera norma del amor, era la

generosidad, tanto moral como espiritual. El hombre no era celoso y no amaba.

También se podían querer sin casarse, pero se debía mantener en secreto. Más normas

amorosas se expresaban en las Cortes de Amor, que eran tribunales donde la relación de

una pareja se sometía a juicio. En estas audiencias las mujeres eran los jueces. De ahí

las canciones de amor de la lírica gallego-portuguesa que viene de Provenza. El

matrimonio, impuesto por las familias, sobre todo en las clases altas, y el amor van por

caminos diferentes. Aquí el hombre tiene a la mujer como objeto bello y deseado,

cuantos más trovadores le canten y la alaben, mejor, más valiosa es su posesión.

Ligado directamente a este aspecto, y teniendo en cuenta que la virtud más

importante para la mujer es la castidad, la cuestión de la sexualidad es ampliamente

tratada por el clero. Entorno a ella surgen distintos debates que siempre concluyen en el

mismo punto de exigencia para la mujer: despojar al acto sexual de todo goce y disfrute

para entenderlo como un deber conyugal, que tiene como objetivo la procreación. Es

por tanto, sólo posible dentro del matrimonio y con el esposo, no estando permitida para

la mujer, bajo pena de escarnio y muerte, las relaciones extramatrimoniales ni adúlteras.

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