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La principal enseñanza del Salmo 8 es esta: Cristo ha recuperado todo lo que Adán perdió debido al pecado. Cristo ha sido exaltado por sobre los cielos y de este modo ha glorificado el nombre de Dios (Ef 1.19–23). La gloria de Dios no habita más en una tienda ni en un templo; está «por sobre los cielos» en Cristo y en los corazones de los creyentes.
Cuando Cristo ministraba en la tierra, ni reyes ni sacerdotes lo alabaron; los niños fueron los que lo alabaron en el templo.
Léase con cuidado Génesis 1.26–28 y nótese que Dios le dio al hombre dominio sobre los peces, las aves y el ganado. En realidad el hombre fue hecho «poco menor que Dios» y fue nombrado el delegado de Dios en la tierra. Pero cuando Adán pecó, perdió ese dominio. Romanos 5 destaca que hubo un cambio de «reyes»: la muerte reinó (5.14, 17) y el pecado reinó (5.21), pero Adán no reinó más. En lugar de ser un rey, ¡Adán se convirtió en esclavo!
Cuando Cristo vino a la tierra, ejerció el dominio que Adán había perdido. Cristo ejerció dominio sobre los peces (Lc 5.1–6; Jn 21.1–6), las aves (Lc 22.34) y las bestias (Mc 1.13; 11.17).
Hoy en día, nadie en la tierra puede controlar la naturaleza como Él la controlaba. Cuando Jesús vino a la tierra, era Dios «visitando» a los hombres (Sal 8.4 con Lc 1.68, 78). Nótese que David describe una escena nocturna (v. 3), porque sin duda era noche espiritual cuando Jesús vino a la tierra. Pero al humillarse a sí mismo y convertirse en siervo y morir en la cruz, Jesús glorificó a Dios y compró la salvación de las personas perdidas y de un mundo perdido. Hebreos 2.8 destaca que aún no vemos toda la naturaleza sujeta al hombre. Aún existen inundaciones, terremotos y plagas. Sí, ¡pero vemos a Jesús! (Heb 2.9). Y el hecho de que murió por nosotros es toda la seguridad que necesitamos de que un día, cuando Él regrese, su pueblo reinará sobre una tierra renovada.
Un pensamiento final: La obra de Cristo en la cruz no sólo deshizo el pecado de Adán y nos puso de nuevo donde estaba Adán. Más bien, nos dio mucho más: nos hizo semejantes a Cristo. Nótese la repetición de «mucho más» en Romanos 5.9–21.
es un poco largo , pero es fundamental .
saludos!❤