Respuestas
A mediados de la década de 1990, muchos esfuerzos realizados en los diferentes países de la región para actualizar sus políticas en el campo del hábitat formaron parte de las tareas preparatorias de Hábitat II. Siguiendo las pautas de los organizadores del evento mundial, se establecieron los respectivos comités nacionales preparatorios para recoger las visiones y propuestas de diversos actores y sectores (público, privado, académico, sociedad civil y grupos de base) en planes de acción nacionales que luego fueron presentados en Hábitat II. La activa participación que se produjo en los comités nacionales preparatorios, al igual que los contenidos de los planes que de ellos emergieron, permitían anticipar, a fines de la primera mitad de la década pasada, que el cuadro urbano y habitacional de esta región sería abordado en adelante por políticas del hábitat más integradoras y participativas que aquellas prevalecientes hasta entonces.
A estas actividades preparatorias en el interior de los países se agregó un proceso de concertación en el nivel de esta región, que culminó en la Reunión Regional Preparatoria de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Asentamientos Humanos (Hábitat II), realizada en 1995 en Santiago de Chile. En este evento se elaboró y acordó el Plan de Acción Regional de América Latina y el Caribe sobre Asentamientos Humanos (Hábitat II) que finalmente se llevó a Estambul. El 16 de diciembre de 1996, la Asamblea General reconoció la importancia de las actividades regionales y subregionales, así como de los planes y declaraciones regionales adoptados durante el proceso preparatorio. El Plan de Acción Regional realizó al menos tres aportes importantes a las políticas urbanas y territoriales de América Latina y el Caribe. En primer lugar, sentó las bases para una comprensión multidimensional de los procesos de asentamiento, hecho que permitiría más adelante aumentar la contribución de estas políticas al desarrollo sostenible de los asentamientos humanos.(1)
Además, identificó áreas temáticas relevantes en que se deberían concentrar los esfuerzos por mejorar el cuadro urbano y habitacional de América Latina y el Caribe; y por último, suscitó una gama de acuerdos de políticas que aún siguen vigentes en la región.
Pero la contribución más importante parece ser la viabilidad que este Plan de Acción otorgó a la voluntad de los países de la región a fin de construir una visión del espacio regional y una senda común para desplegar las potencialidades territoriales y urbanas. En el Plan se propuso una serie de metas para enfrentar en forma coordinada los antiguos problemas y los nuevos desafíos que encierra la gestión urbana y territorial en la región, que se complementarían con los esfuerzos que cada país requiere realizar de acuerdo con su particular situación en materia de políticas de hábitat.
La resolución 53/180 de la Asamblea General de las Naciones Unidas invitó a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) a realizar una conferencia regional de alto nivel para evaluar los progresos logrados en la región en materia de asentamientos humanos. En esta reunión serán debatidas propuestas y recomendaciones de América Latina y el Caribe para ser presentadas en el período extraordinario de sesiones de la Asamblea General que se celebrará en el 2001. En esta ocasión se realizará un examen y evaluación generales de la aplicación de los resultados de Hábitat II.
Como balance previo, se puede anticipar que la región latinoamericana y caribeña se encuentra todavía en una etapa preliminar de construcción de una visión integradora regional, que tan notablemente se había decidido en 1995 con el Plan de Acción Regional. Ello pudo deberse a varias razones. Por una parte, en el campo de los asentamientos humanos no se ha establecido aún de manera nítida el nivel regional como espacio intermedio y articulador entre el ámbito mundial y aquel correspondiente a cada uno de los países. Tanto el Programa de Hábitat acordado en el encuentro mundial como las iniciativas impulsadas para concretarlo se orientaron a los países individualmente, sin que apareciera una intención explícita de crear estos niveles intermedios de encuentro y análisis, como sería el ámbito regional. De hecho, en los países de la región se percibe que el Plan de Acción Regional que ellos presentaron a Hábitat II no tuvo en ese foro la resonancia que esperaban; tampoco se logró incluirlo explícitamente en la agenda mundial como una instancia de acuerdo en un nivel intermedio, o establecerlo como ejemplo de concertación para ser adoptado por las demás regiones del mundo.