Respuestas
Respuesta:
El diálogo plural es una herramienta política sin duda, pero es también
una propuesta emancipadora en sí misma, que abre la posibilidad de hacer política feminista desde la diversidad y con una pluralidad de miradas.
En el escenario político de América Latina, y en este feminismo de mil
rostros diferentes, tenemos como desafío, poner en diálogo imaginarios
construidos en las luchas por constituirse en protagonistas de su historia, pero a la vez, hacer de ese diálogo un espacio fértil para la acción
política que permita desmantelar imaginarios colonizados, y fortalezca
las alianzas e interacciones.
La experiencia de la Articulación Regional hacia Cairo+20 permitió visibilizar al movimiento feminista en el proceso hacia la Conferencia Regional.
El Consenso de Montevideo marcó un avance significativo en cuanto lenguaje, conformando una plataforma que sigue sin embargo dejando abierto
el desafío en cuanto a la implementación de las políticas y servicios que
garanticen los derechos de las mujeres en todas sus diversidades.
La definición de una agenda por la justicia de género, económica, social
y ecológica para el desarrollo, nos coloca frente al desafío de articular las diferentes dimensiones de las luchas, pero a la vez, establece el
piso común de una propuesta política que adquiere su fortaleza, precisamente, en la articulación de esas dimensiones. Las luchas que hacen
posible las dimensiones de la justicia, se expresan en los territorios concretos de nuestra acción política, donde las demandas por calidad de
los servicios se combinan con las del derecho al aborto, la lucha contra
los monocultivos o los contaminantes tóxicos, o con el desplazamiento
de los pueblos indígenas de sus territorios. La agenda de Población y
Desarrollo abarca la compleja trama de todas esas luchas y más, y por
eso es que pensamos que las coaliciones nacionales deberían poner el
centro en ampliar las alianzas con nuevas organizaciones sociales. Parece central para nuestras redes y organizaciones priorizar la incidencia en
el espacio regional y nacional, partiendo del Consenso de Montevideo.
Revisar las agendas desde la experiencia social de las mujeres indígenas,
las mujeres afro y las trabajadoras sexuales, es un paso necesario para el
fortalecimiento del movimiento de mujeres y feminista y su incidencia
en la definición de políticas.
Lilian Celiberti