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LA PEREGRINACIÓN
Camino de Santiago
Camino de Santiago
La peregrinación a Santiago de Compostela
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La peregrinación a Santiago comienza hace más de mil años en nuestra historia, a partir de que supuestamente fueran encontrados los restos del Apostol Santiago el Mayor, evangelizador de la Península Ibérica, en lo que hoy conocemos como Santiago de Compostela. La tumba de de Santiago, descubierta bajo el reinado de Alfonso XII El Casto, se convirtió en centro de peregrinación, atrayendo a fieles llegados de toda Europa, a partir de los siglos X y XI. Sin embargo el verdadero auge del Camino de Santiago comienza en el s. XII, cuando Santiago de Compostela se equipara en importancia como centro de peregrinación a otros puntos tan importantes en el cristianismo como Roma y Jerusalén.
Sobre la tumba de Santiago el Mayor se construye una primera catedral y a su alrededor la actual ciudad de Santiago de Compostela, final del Camino de Santiago. En el norte de la Península principalmente se establecen diferentes rutas de peregrinación que la atraviesan de este a oeste, apareciendo importantes rutas como el Camino Primitivo o el Camino del Norte. A pesar de ello terminará siendo el Camino Francés la vía que termine imponiéndose sobre las demás gracias al avance de la Reconquista por parte de los reinos cristianos, quedándose en la sombra otras rutas más septentrionales. El Camino Francés es clave en el desarrollo de los movimientos de peregrinación en España y en el sur de Europa, dando como lugar a una influyente ruta comercial al abrigo de la que florecieron importantes núcleos de paso, como Santo Domingo de la Calzada, Puente la Reina u O Cebreiro, por sólo nombrar unos pocos.
Si bien la peregrinación a Santiago decayó notablemente en número de peregrinos al concluir la Edad Media, con el paso al Renacimiento y en época de la Reforma protestante, el Camino de Santiago nunca llegó a desaparecer del todo. La tradición jacobea se ha seguido conservando en las localidades atravesadas por las rutas de peregrinación incluso en una época en la que el Camino fue algo olvidado en Europa. En los últimos años del siglo XIX el Camino vivió un momento decisivo con las excavacaciones que Antonio López Ferreiro realizó en la Catedral de Santiago, encontrando supuestamente los restos de tres personas a 30 metros de profundidad, a los que se identificó como Santiago El Mayor y sus discípulos Atanasio y Teodoro. Este descubrimiento fue ratificado por el Papa León XIII, tras una investigación por parte de la Iglesia Católica, promulgando la bula Deus Omnipotens, en la que promovía de nuevo la peregrinación de los fieles a Santiago de Compostela.
El peregrino del Camino de Santiago
La figura del peregrino ha sido históricamente protegida por las más altas instancias religiosas y monárquicas. Salvoconductos, cartas de recomendación y certificados expedidos por las propias casas reales y órdenes religiosas de diversas naciones permitían a los romeros transitar con relativa seguridad por la ruta jacobea gracias a los duros castigos para aquellos que infligiesen alguna molestia o extorsión al peregrino, en una época en la que las continuas guerras asolaban el continente europeo. Los favores hacia el penitente religioso iban más allá, y se le eximía de portazgos y peajes, a la vez que se obligaba a prestarles hospedaje a cubierto.