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Respuesta:
La introducción de las denominadas tecnologías de la información y la
comunicación han supuesto el inicio de un nuevo modelo de sociedad: la
sociedad de la información y, esperamos, de la formación.
La influencia de estos medios puede verse fácilmente en la
transformación de aspectos cotidianos de nuestra vida hasta recaer en la
escuela y, como no, sobre los agentes que participan en el proceso de
formación-instrucción: el profesor y el alumno.
Cada vez son más las experiencias que de un modo u otro incorporan
las Tecnologías de la Información y la Comunicación, en adelante TIC, a la
práctica docente.
En las últimas décadas, la incorporación de las TIC en los procesos de
enseñanza-aprendizaje, que han ido ocupado el papel de mediadores y
facilitadores de la comunicación, se ha producido de manera masiva, dado su
carácter ‘innovador’, motivador, favorecedor de la enseñanza, o por simple
mimetismo. La llegada masiva y persistente de estas tecnologías al ámbito de
la didáctica nos abre, al menos, a la reflexión sobre las potencialidades de su
uso.
No ponemos en duda la utilidad de estos medios, aún más, apostamos
por ellos como herramientas de mejora de la calidad en la enseñanza.
Nuestra preocupación se centra, en este caso, en reflexionar críticamente y
valorar si la estructura didáctica sigue siendo sólida; es decir, si la
incorporación de este medio en los procesos de enseñanza-aprendizaje,
independientemente de sus características o cualidades, no implica olvidarse
de los supuestos didácticos que regulan el diseño y desarrollo de los procesos
formativos. Ello supone, entendiendo su carácter novel y desconocido,