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Un día pasó por la hacienda un vendedor de objetos usados que ofrecía su mercancía de pueblo en pueblo. A los niños les fascinó un viejo soldado de tela. Cuando preguntaron cuánto costaba descubrieron que juntando las monedas que cada uno tenía ahorradas podrían comprarlo y así lo hicieron. De día pasaban horas jugando con el soldado, de noche éste los cuidaba. Así corrían los meses hasta que, en una ocasión, los niños discutieron por un chisme sin importancia. Llegaron a las manos y comenzaron a disputarse el soldado de tela. Uno lo agarró de los brazos y otro de las piernas hasta que el juguete se desgarró en dos. Rosendo se alejó furioso; Jacinto recogió al soldado y se lo llevó a su madre para que lo cosiera. No volvieron a hablarse y el destino los llevó por diferentes rutas.
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