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Respuesta:
Espero que funcione
Explicación:
No los vemos en erupción, pero más de la mitad de la corteza terrestre puede ser atribuida a sus dramáticas explosiones.
Puede sonar casi como un acertijo, pero cuando entiendas los hechos la verdad quizás resulte aun más sorprendente.
Los restos de cientos de miles de erupciones submarinas reposan en el fondo del océano.
"Más allá de una comprensión básica, sabemos muy poco sobre esos procesos volcánicos", dice Isobel Yeo del Instituto Helmotz de Investigación Océanica GEOMAR en Kiel, Alemania.
A pesar de nuestra ignorancia, se cree que casi el 70% de la corteza terrestre se produce en dorsales oceánicas como la Mesoatlántica. Estos son los lugares donde las placas tectónicas se separan entre sí.
Al hacerlo, puede que el magma haga erupción dentro del espacio, formando una nueva corteza donde anteriormente estaban las placas.
Esos procesos son tan poderosos que forman enormes volcanes, como ocurrió en la erupción del volcán islandés Bardabunga en 2014-15.
De hecho, las dorsales oceánicas forman los más grandes sistemas volcánicos sobre la Tierra. Sin embargo, al estar tan ocultas han permanecido fuera de nuestro alcance.
Eso es algo que Yeo desea cambiar.
"No sabemos mucho sobre la frecuencia y tipo de erupciones volcánicas sobre el lecho marino, ni sobre la estructura detallada de la corteza que producen", apunta.
Es por esa razón que la vulcanóloga y sus colegas han estado recogiendo imágenes detalladas del fondo del mar entre 700-2.000 metros por debajo de la superficie.
Para reconstruir la historia volcánica submarina, Yeo desarrolló un nuevo método para fechar el flujo de lava utilizando "propiedades hidroacústicas".
Eso consiste en analizar cuánto sonido refleja de vuelta el flujo de lava, al ser alcanzado con un sonar.
Sus hallazgos, publicados en abril de 2016, revelaron que esas enormes erupciones ocurrieron en los últimos 4.000 años.
En julio de 2016 Yeo y sus colegas volvieron al mismo lugar en la dorsal North Kolveinset, situada a unos 500km del norte de la costa de Islandia.
Usando un robot autónomo submarino pudieron captar miles de fotografías de alta resolución del fondo del mar, que nunca antes había sido visto con tanto detalle.
Las fotografías, mostradas aquí, son de tan alta calidad que ahora el lecho del mar puede ser inspeccionado como lo hacen los geólogos sobre un terreno.
"Esas observaciones, combinadas con las extensiones espaciales de los flujos, permiten que podamos calcular la cantidad de lava que se expulsó, el lugar y la fecha".