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Explicación:
La sociedad india está paranoica. Ni es el país de los saris, el exotismo y la pobreza de postal, ni tampoco ese vigoroso tigre asiático dispuesto a devorar hasta el último dólar del planeta sin que nadie quede indemne. Quiere perder de vista a la mujer sumisa que accede a un matrimonio concertado, y a la vez rechaza la falta de afectividad que impulsa un sistema capitalista robotizador del ser humano. No es Bollywood ni es el vertedero de Nueva Delhi. Es pura demencia. La autora del best seller De parte de la princesa muerta, Kenizé Mourad, que acaba de publicar La ciudad de oro y plata (Espasa) define bien la locura: "India tiene un poder importante, pero su gente se muere de hambre".
La narrativa de los jóvenes escritores indios -y angloindios, aquellos nacidos en EEUU o Inglaterra, hijos de inmigrantes- se ha convertido en el reflejo más fiel de esta situación extrema. Los autores, que cada vez se traducen más al español, como muestra la reciente llegada de títulos a las librerías españolas -la mayoría de ellos están escritos en inglés-, se mueven de forma esquizofrénica entre la defensa de valores tradicionales y los occidentales.
Una balanza difícil de cuadrar, como expresó Kiran Desai (Nueva Delhi, 1971), autora de El legado de la pérdida (Salamandra) tras ganar el premio Booket en 2006: "En este nuevo contexto debe encontrarse un equilibrio consciente entre lo que ganas y lo que pierdes; ganas libertad, pero pierdes un sentimiento de arraigo espiritual y de ser uno completo". Bienvenida la apertura, pero ¡horror!: los sentimientos, las raíces, la identidad, huyen. ¿Qué se puede hacer?
Respuesta:
es una de las literaturas más antigas del mundo
la cual tiene 22 lenguas reconocidas oficialmente, además de que está siempre ha Sido sentimental