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La actividad tecnológica influye en el progreso social y económico, pero su carácter comercial hace que esté más orientada a satisfacer los deseos de los más prósperos que las necesidades esenciales de los más necesitados.
Tiene un papel fundamental del cual se beneficia el conjunto de la sociedad: genera nuevos conocimientos, mejora la educación y aumenta nuestra calidad de vida. La ciencia debe responder a las necesidades de la sociedad y a los desafíos mundiales.
Uno de los principales problemas en la protección de la biodiversidad global es que, en un gran porcentaje, nos es todavía desconocida. Activistas del medio ambiente, científicos y otros expertos no están en condiciones de crear un inventario de las formas de vida en la tierra, a pesar de que es algo fundamental para poder preservar la biodiversidad. Por eso, todos debemos poner nuestro granito de arena. ¿Cómo? Poniendo en práctica en enfoque científico con participación ciudadana, una “ciencia ciudadana”. Nuestro reportero Michael Wetzel nos muestra esta semana cómo se podría implementar esta iniciativa. Para ello, ha visitado un parque nacional en el suroeste de Brasil donde ya se ha puesto en práctica. Nuestra autora Lis Owuor se encarga de explicarnos el contexto: la participación en la cuenta de las especies es una idea que ya planteó hace 150 años el hombre que puso sobre la mesa por primera vez la idea de la “biodiversidad”: Charles Darwin.