1. ¿cómo relacionarían esta historia con lo que cada uno de ellos está viviendo en este
período de cuarentena y qué enseñanza les deja?por favor respondanme si no sabes no contestes
Respuestas
Respuesta:
Que somos frágiles y vulnerables. Que tenemos que aprender a vivir con nuestra vulnerabilidad. Que la sensación de control es puro espejismo.
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Que la independencia personal es una quimera: somos 'dependientes' los unos de los otros. No hay más.
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La importancia de cuidar a los otros y de cuidarnos a nosotros mismos. Incluido eso que decía Foucault de que hay que «convertir la mirada y llevarla del exterior al interior, (...) prestar atención a lo que se piensa». En otras palabras: toca abrir una ventanita a nuestra 'mismidad' y entendernos un poco.
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Que nuestro futuro depende de nuestro compromiso, que no vale decir 'Esto no va conmigo'. Que es fundamental la responsabilidad individual en lo colectivo.
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Que el papel de váter es muy importante. Léase, que lo que parece no tener transcendencia puede ser algo muy valioso. Y sería bueno descubrirlo.
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Que los que se dedican profesionalmente a curarnos y cuidarnos deberían estar mucho mejor considerados y reconocidos, porque su aportación es indispensable. No se trata de endiosar, sino de reconocer su aportación al bien común.
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Que se puede vivir de otra manera, que otro tipo de vida es posible, incluso sin fútbol (si me apuráis mucho).
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Que la canción de 'Cristina y los Stop' de 1967, aquella que decía «Tres cosas hay en la vida, salud, dinero y amor...», sigue siendo muy actual (lo digo por la salud y las relaciones, pero también por el dinero, con la que viene). Las buenas canciones no pasan de moda («¡Ironía!», suelen bromear mis hijos).
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Que el aislamiento y la soledad son muy malas, cosa que ya sabíamos, pero que tendemos peligrosamente a olvidar
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Que estamos comprobando que se puede parar la contaminación.
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Que solos no nos salvamos.
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Que con esto de que hay mucho tiempo en casa, los libros son esenciales para el cuidado del alma.
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Que lo pequeño y lo invisible, es determinante (el Covid-19 por supuesto; pero también el compartir, el cariño, la empatía, la compasión y un largo etcétera).
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Que solo una buena sanidad pública, libre y gratuita –a la que criticamos muchas veces con dureza y poca razón–, puede parar el coronavirus. Creo que la deberíamos querer más.
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Que las redes de apoyo mutuo y cuidado valen un Potosí.
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Que nos salvamos juntos o aquí no se salva nadie.
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Que la conectividad nos puede matar (aunque también salvar).
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Que el orden social es quebradizo.
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Que el miedo, el pánico y la angustia nos llevan al abismo
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Que la ciencia y el conocimiento son muy buenos y que gracias a ellos, tenemos esperanza. Esto no significa carta blanca
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Que aunque a veces no lo parezca, las personas somos solidarias (gente que se ofrece a cuidar niños, a hacer las compras a mayores....) y capaces de emprender (al menos algunos) por y para los demás. ¡Hay esperanza!
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Que los abuelos son necesarios y no solo una carga.
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Que necesitamos un sistema público (más allá del sanitario, que también) que nos proteja.
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Que a la idea de que los inmigrantes son los que contagian enfermedades y nos traen la debacle sanitaria se le ha propinado un golpe de realidad: nos contagiamos entre nosotros mismos (ya se sabía, pero conviene decirlo).
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Que se puede conciliar la vida laboral y familiar sin tanto aspaviento.
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Que hay veces que no se puede huir.
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Que el vuelo gallináceo que decía Galdós, tan habitual en nuestros tiempos, es inútil y de mentecatos. Necesitamos el vuelo de otra ave.
Explicación: