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Respuesta:
Dos brotes importantes de plaga sufrió Milán en los siglos XVI y XVII, y dos fueron los religiosos de la familia Borromeo que combatieron con denuedo este mal: San Carlos, primero, y luego su célebre primo, el Cardenal-Arzobispo Federico; aquél con fe, esperanza y caridad; éste con un leve toquecillo infectológico.
Explicación:
Dos brotes importantes de plaga sufrió Milán en los siglos XVI y XVII, y dos fueron los religiosos de la familia Borromeo que combatieron con denuedo este mal: San Carlos, primero, y luego su célebre primo, el Cardenal-Arzobispo Federico; aquél con fe, esperanza y caridad; éste con un leve toquecillo infectológico.
Los Borromeo constituían por entonces una ilustre familia de la Toscana, cuyo nombre se recuerda por San Carlos y por las Borromeas, cuatro bellísimas islas en la bahía oeste del Lago Maggiore, su más preciada posesión. Isola Bella, la más famosa, cuyo sólo nombre trae a la imaginación cielos luminosos y atardeceres deslumbrantes, era una roca desolada hasta 1650, cuando los condes Carlos (no confundir con el santo) y Giulio llevaron tierra fértil desde el continente, para que más tarde la condesa Vitaliana la plantara con árboles tropicales, cubriendo de variadas flores diez terrazas que miran hacia el mar; un palacio repleto de pintura lombarda, tapicería flamenca y colecciones de armas y muebles completan su encanto turístico.