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Vale que hay afeitadoras eléctricas que se pueden usar en húmedo, con geles de afeitar y espumas, y ofrecen sistemas interesantes. Pero el paradigma del afeitado eléctrico exige un rostro seco y un vello en estado natural, no reblandecido por la humedad o pegado a la piel. Así que la norma es afeitarse antes de la ducha.
Cuando la piel es muy sensible o muy grasa ayuda utilizar productos para prepararla: en un caso, para protegerla de la inevitable fricción; en el otro, para ‘secar’ la epidermis con algún específico con alcohol, pero con la precaución de aplicar un ‘aftershave’ nada más acabar.
5. A contrapelo, pero con suavidad
Ni rápido ni fuerte: su máquina está pensada para hacer un trabajo, y no lo hará mejor porque usted la mueva más deprisa o apriete más; antes al contrario: si corre, le costará más agarrar el pelo, y si presiona, lo aplastará sin dejarlo entrar en los huecos que deben atraparlo, y encima irritará su piel. Es mejor pasar suavemente varias veces, usando la mano que no empuña la máquina para mantener tirante la epidermis, de manera que el pelo sobresalga todo lo posible.
6. Frecuencia es eficacia
Aunque las máquinas eléctricas de gama alta tienen sistemas que les permiten adaptarse a la longitud y el grosor del vello, en general todas funcionan mejor con un uso frecuente, ya que el pelo largo y fino es más difícil de atrapar y más propenso a provocar tirones. Afeitarse cada día, o cada dos si la barba crece poco, mejorará la experiencia.
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