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Respuesta:
La personalidad de Rosas y el carácter de su gestión como gobernador de Buenos Aires (1829 a
1832 y 1835 a 1852) han sido objeto de arduas polémicas que, por lo menos hasta hace muy
pocos años, tensionaron la vida político-cultural argentina. Aparecían así, en un desfile incesante,
nociones, imágenes e ideas como las del caudillismo, la dictadura o tiranía, el defensor de la
soberanía, el terror, la barbarie, la clase terrateniente, el populismo, el paternalismo, la autoridad,
la estancia, el rojo punzó. A pesar de la vasta producción historiográfica originada por esos
debates, aspectos sustanciales del rosismo siguen permaneciendo en la oscuridad. Las razones
de esta opacidad son variadas, pero hay dos que atañen particularmente a la historiografía del
fenómeno rosista al ser consecuencia de los esquemas y puntos de partida empleados por ésta en
sus análisis. La primera es la dificultad de pensarlo como parte de las alternativas sociopolíticas
existentes en el Río de la Plata, razón por la cual se lo suele considerar -positiva o negativamentecomo una anomalía de nuestra historia. La segunda es la falta de periodización de sus prácticas y
discursos. En consecuencia, se suele construir una imagen de un rosismo siempre igual a sí
mismo, aunque se operen variantes en sus contenidos y valoración respectivos. Es por ello que,
sin desconocer la impronta singular que el orden rosista le imprimió a la sociedad rioplatense,
parece más apropiado situarlo dentro de un contexto más vasto que lo torne inteligible y que, a su
vez, preste atención a sus diversos momentos y componentes.
Explicación:
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