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1984, coincidente con el resurgimiento de la democracia en la Argentina, el filósofo italiano Norberto Bobbio publicó El futuro de la democracia , algunos de cuyos conceptos vale la pena recordar. Como que la democracia es dinámica, ha sufrido transformaciones y ello la ha llevado a incumplir promesas. Así es posible diferenciar la democracia ideal, concebida por los fundadores, de la democracia real, que nos toca vivir.
De esas “falsas promesas”, Bobbio enumera al menos seis: la supresión de los cuerpos intermedios, la reivindicación de la representación de los intereses, la eliminación de las oligarquías, la participación ampliada, la anulación del poder invisible y la educación del ciudadano.
Deudas pendientes
Veamos punto por punto.
1) La idea inicial de la democracia parte de individuos soberanos que crean una sociedad política sin cuerpos intermedios. Hoy en día, sucede todo lo contrario: los grupos, asociaciones, sindicatos, partidos son cada vez más numerosos y políticamente relevantes. No son los individuos, sino esos grupos, los protagonistas de la vida política.
2) De esa transformación deriva otra: la referente a la representación, a la reivindicación de los intereses. Desde que la asamblea constituyente francesa aprobara en 1791 que el diputado, una vez elegido, se convertía en el representante de la Nación y dejaba con ello de ser el representante de los electores y no estaba obligado por ningún mandato, el principio fue incorporado a las constituciones de todas las democracias representativas. Y sistemáticamente violado, porque hoy los representantes son, sin lugar a dudas, representantes de intereses, aunque usen el eufemismo “de partidos”.
3) La tercera de las falsas promesas es la derrota de las oligarquías. El principio fundamental del pensamiento democrático ha sido la libertad entendida como autonomía; esto es, como capacidad de legislar para sí mismo. Pero la democracia representativa, la única forma practicable, es una negación de la libertad como autonomía, en cuanto establece la presencia de elites, de oligarquías políticas.
Sobre esta base, Joseph Schumpeter sostuvo que la característica de un gobierno democrático no es la ausencia de elites, sino la presencia de muchas elites que compiten entre ellas por la conquista del voto popular. En la actualidad, las elites están enquistadas en los partidos políticos y ello llevó a decir a Benjamin Disraeli, ya a fines del siglo XIX, que una oligarquía de partido puede hacerse elegir de forma indefinida, sin representar a nadie.
4) Tampoco la democracia ha conseguido ocupar todos los espacios en los que se ejerce un poder que toma decisiones obligatorias para un grupo social y donde, por una cuestión de congruencia, los procedimientos deberían ser democráticos.
Si bien la democracia nació como un sistema estrictamente político, o sea referido al gobierno, una ampliación del concepto –inevitable a esta altura del siglo 21– debe llevar a considerar, además de una democracia política, una democracia social.
En ese sentido, para juzgar la democracia en determinado país, se debería investigar no el número de ciudadanos que participan en las decisiones, sino los espacios en los que puede ejercer ese derecho. Como todos sabemos, son muy pocos.
5) La quinta promesa no cumplida que hizo la democracia fue la eliminación del poder invisible, lo que otros investigadores como Alan Wolfe llaman “el doble Estado”. El poder de mafias, grupos de presión, servicios secretos, etcétera, que influyen desde las sombras, en contraposición con el ideal de la mentada transparencia y publicidad de los actos de gobierno.
espero que te sirva
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