4- Qué personajes es y qué pacto hizo Dios con él?
Respuestas
Respuesta:
Explicación:Noé
El primer uso de la palabra pacto (berit) aparece en relación con Noé en Gn 6.18 e implica beneficios para toda su familia. Este pacto se desarrolla en Gn 9.1–17 donde se aplica a toda la descendencia de Noé y a todo ser viviente. En este caso la gracia prometida no depende de una buena comprensión o respuesta positiva por parte de todos los beneficiados. Es un pacto eterno cuya señal es el arco iris (Gn 9.12, 13). Está arraigado en la gracia divina (Gn 6.8; 9.1–3); requiere una fe que se exprese en obediencia (Gn 9.4–6; Heb 11.7) y la responsabilidad de producir una descendencia santa (Gn 9.1, 7); es eterno (Gn 9.12, 16) e implica una bendición universal (Gn 9.1, 11, 16s).
Se puede considerar como una renovación del pacto con Adán y un avance del pacto salvífico con Abraham (Is 54.9, 10; 1 P 3.20, 21).
Abraham
En el pacto con Abraham, renovado con Isaac y Jacob, tenemos la expresión clásica del pacto divino (Gn 3.16–18), y se transmitió por dos tradiciones (Gn 15; 17).
Las bendiciones prometidas incluyen:
Una descendencia santa y numerosa.
La posesión de la tierra de Canaán.
La reconciliación con Dios.
La tercera promesa se expresa en Gn 17.7: «Yo seré tu Dios y el de tu descendencia después de ti», y muestra que, como en los casos de Adán y Noé, el pacto divino no se limita a la relación entre Dios y el individuo que originalmente recibe las promesas. Sin embargo, la exclusión de Ismael (Gn 17.18–21) y Esaú (Ro 9.6–13) muestra que aun en el Antiguo Testamento la descendencia física no garantiza el cumplimiento automático de todas las bendiciones prometidas en el pacto. Las promesas se cumplen para «los hijos de los hijos», pero con la condición de que posean una actitud de fe hacia Dios y estén calificados como «los que guardan su pacto, y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra» (Gn 17.9; Sal 103.17, 18; Ro 4.13).
Génesis 17 acentúa el hecho de que el pacto con Abraham es eterno (vv. 7–9, 13, 19; cf. Gl 3.16–18; Heb 13.20), y establece la circuncisión como señal del mismo. Aunque en el pacto con Abraham resalta el requisito de la fe, permanece vigente la necesidad de la obediencia como expresión ineludible de una fe sincera (Gn 12.4; 17.1; 18.19; Heb 11.8, 17–19). Aunque el pacto con Abraham es particular y limitado, el contexto muestra que Dios tenía propuesta una bendición universal (Gn 12.3; Hch 3.25).
Israel
El mediador del pacto que Dios hizo con el pueblo de Israel en Sinaí fue Moisés.
Este pacto constituía una renovación y desarrollo del pacto con Abraham (Gn 15.13–21; Éx 2.23, 24; 3.15–17; 6.4–8; 32.13; Lv 26.40–45; Dt 4.29–31; Sal 105.8–11, 41–45; 106.45). La continuidad esencial de este pacto con el anterior se destaca en los siguientes elementos:
Es un pacto arraigado en la gracia divina (Dt 9.4–6; Ez 16.1–14; 20.4–8).
Insiste en una actitud de fe por parte del hombre (Éx 30.4, 31; 14.31; Nm 14.11; 21.9; Dt 1.31; 9.23; Heb 11.23–29).
Requiere que la fe se exprese en una obediencia radical y de todo corazón (Éx 19.5, 6; 20.2ss; 24.7; Dt 6.4, 5; 10.16).
Siempre incluye la reconciliación espiritual con Dios como promesa fundamental del pacto (Éx 6.7; Dt 29.12, 13).
Espera como cosa normal una descendencia santa (Dt 6.7; 29.29; 30.6), aunque esto nunca es automático (Dt 32.5, 6, 15).
Mantiene como meta final la bendición universal (Éx 19.5, 6; cf. 1 P 2.9; Nm 14.21).
Los principales elementos nuevos (de «caducidad» o «desarrollo») en el pacto con Israel se encuentran en que: (1) por primera vez Dios establece su pacto con una nación (descendiente de Abraham, Éx 1.1–7); (2) se multiplican y desarrollan las estipulaciones del pacto en la ley (Éx 20; Dt 32) hasta convertirse en la constitución de la nueva nación.
David
El pacto que hizo con David desarrolla la antigua promesa de una descendencia santa (Gn 3.15; 17.7, etc.). Se anuncia en 2 S 7.12–17; 1 Cr 17.10–15 y se recuerda con júbilo en Sal 89.3, 4, 26–37; 132.11–18; cf. 2 S 23.5. En última instancia es mesiánico (Is 42.1, 6; 49.8; 55.3, 4; Mal 3.1; Lc 1.32s; Hch 2.30–36). El Siervo de Jehová se llama «pacto» en Is 42.6, puesto que incorpora todas las bendiciones y cumple todas las estipulaciones. El pacto davídico marca un desarrollo particular dentro del contexto general del pacto mosaico y no se debe considerar totalmente paralelo con aquel.