• Asignatura: Historia
  • Autor: mariajosepaterina
  • hace 5 años

El colonialismo europeo provocó un gran impacto en la vida de los pueblos americanos, representado en los cambios en los diversos aspectos políticos, económico, social, religioso y cultural. Desde ese punto de vista, un cambio económico que se puede resaltar es

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Respuesta dada por: Emily15112007
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hombres soñadores, ambiciosos e imbuidos de las historias que se contaban acerca de tierras orientales que prometían riquezas de todo tipo, los conquistadores europeos cruzaron el océano en busca de un mejor destino. Canela, nuez moscada, clavo y pimienta habían enriquecido sobremanera a los comerciantes venecianos y genoveses, causando la envidia de aquellos ibéricos que no podían participar activamente del comercio mediterráneo que daba más lucro. Pero estaba la ruta atlántica, reservada solo para valientes que se atrevieran a desafiar los designios de los dioses atravesando los míticos pilares de Hércules. Colón se atrevió y los Reyes Católicos lo financiaron en esta hazaña que cambiaría la historia de la humanidad.

Aquellas tan preciadas especies que condimentaban los platos de los ricos de Europa, permitían la conservación de los alimentos que seguían el curso de la putrefacción y estimulaban los sentidos, se convirtieron en un verdadero aliciente de las exploraciones marítimas del siglo XV. Las especies tenían el don de convertir el alimentarse en un placer4. En busca de estimulantes y aderezos, medicinas para paliar dolores y excitar los sentidos, los europeos que crecieron bajo la influencia de la ciencia árabe de Averroes y Avicena buscaban esta flora oriental con poderes curativos y casi milagrosos.

No debe extrañarnos, entonces, que desde un primer momento, Cristóbal Colón requiera encontrarse con aquellas plantas que agudizaban también la faceta comercial del almirante. Así, la historia de la descripción de las especies autóctonas de nuestro continente comienza con un preámbulo asiático, maravilloso y también utilitario, que nos habla de mundos orientales y soñados, al tiempo que pone a prueba las posibilidades comerciales de esta empresa. A medida que el europeo vaya conviviendo con esta nueva naturaleza por necesidad o curiosidad, América irá poco a poco desplegando su verdadera riqueza y particularidad y despojándose de las cargas que las expectativas europeas vertían sobre ella.

DIME QUÉ COMES Y TE DIRÉ CUÁN CIVILIZADO ERES

Para el europeo del siglo XV y comienzos del XVI, existía una serie de parámetros mentales a la hora de expresarse acerca de lo diferente y emitir juicios de valor. Heredero de una tradición clásica y judeo cristiana, el europeo de la época determinaba lo que era aceptable o no según la posibilidad de lo cuestionado para dotar de un comportamiento civilizado, moralmente aceptado y conducente a la salvación. En ese contexto, en la determinación de las categorías de la otredad, convivían criterios tan disímiles como la religión, el aspecto físico, la lengua, la vestimenta, las herramientas, las costumbres y, por supuesto, el tipo de alimentación.

Desde muy temprano en la historia de Occidente, las costumbres alimenticias se habían constituido en un importante parámetro a la hora de catalogar a los pueblos diferentes. El tipo de alimentación incluso había sido el parámetro dominante a la hora de bautizar a pueblos monstruosos del imaginario medieval, como los pueblos que se alimentaban del olfato (astomi)5, los "oledores de manzana", "los que beben caña", "los que se comen a sus parientes", "los que se alimentan de raíces"6. Los tártaros eran los que comían cualquier cosa y según Mandeville, los habitantes de la isla de Tacorde comían carne de culebras y serpientes7.

Las costumbres culinarias ajenas muchas veces causaban repulsión y las crónicas de viaje de la época registran la admiración y maravilla que causan en los relatores las diferencias con otros pueblos.

En este contexto, no es extraño, entonces, que desde el mismo Cristóbal Colón asistamos a la admiración frente a una naturaleza diferente, que dota de elementos y alimentos exóticos, al tiempo que hay un esfuerzo por acomodar todo lo que se encuentra a los cánones de lo conocido o asociado con lo oriental. Convencido de haber logrado su objetivo de abrir una nueva ruta occidental, para llegar a la cuna de las especies, Cristóbal Colón se esmera por ver la realidad según su conveniencia.

A pesar de que el escenario americano resplandecía con todo su exotismo, olores y sabores originales jamás vistos ni soñados por hombre europeo alguno, tardó en ser descubierto en su particularidad. Confundida con lugares orientales o paraísos perdidos, la descripción original asocia a América con algo diferente a su propia naturaleza. Por otra parte, objetivos y urgencias comerciales y prácticas inminentes, obstaculizan una visión más serena y científica de su naturaleza, que en un principio debe asumir las expectativas comerciales de la empresa española.

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