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Prefacio
En 1965 apareció en Eudeba la primera edición de Breve historia de la Argentina, que
Boris Spivacow le encargó a mi padre: un cuaderno, de grandes páginas, con muchas
ilustraciones y una viñeta de Schmidl sobre fondo rojo en la tapa. Era un producto típico
de aquella notable empresa editorial, tan característica de los años sesenta. El texto concluía
en 1958; con su cruce de optimismo e incertidumbres, su fe en el desarrollo de la
democracia, la libertad y la reforma social, y sus dudas acerca de la era "plutocrática" que se
iniciaba, es un testimonio de aquel formidable proyecto social de modernización cultural,
tan desdichadamente concluido.
Ignoro cuánto circuló esa edición. A poco de aparecer, la universidad fue intervenida,
Eudeba pasó a malas manos, el libro desapareció de la venta y mi padre inició una larga
gestión para recuperar sus derechos. Hacia 1973 lo consiguió, con la ayuda profesional de
Horacio Sanguinetti, y poco después acordó con Juan Carlos Pellegrini su reedición
actualizada en Huemul.
A principios de 1977 murió mi padre. En aquel año, en el que la catástrofe del país se
sumaba a mi desventura personal, Fernando Vidal Buzzi, a cargo de Huemul, me propuso
llevar adelante la proyectada reedición, agregando un último capítulo. En 1975 mi padre
había agregado un capítulo final a Las ideas políticas en la Argentina, sobre el período
1955-1973. Yo lo había ayudado, tenía bastante práctica en trabajos profesionales
conjuntos solíamos decir que teníamos una sociedad anónima de producciones históricas—
de modo que no me pareció mal escribir que hoy es el capítulo XIV, basándome en aquel
tema, usando sus ideas y también sus palabras, sin mencionar participación, que en el
fondo era sólo parcial. Al fin y al cabo, era como una de aquellas batallas que el Cid ganaba
después de muerto.
Sorpresivamente, en su segunda versión, el libro tuvo un éxito callado y enorme. No
podría decir cuántos ejemplares se han vendido, pues me consta que hubo muchas
ediciones clandestinas. Pero sé que ha llegado a ocupar un lugar importante en la
enseñanza, particularmente en los últimos años de la escuela media. Siempre me pareció su
difusión que en aquellos años formaba parte de las respuestas, modestas pero firmes, que
nuestra sociedad daba al terror militar.
Enn 1993, otro avatar editorial me planteó la disyuntiva acerca de su actualización. No
podía ya apoyarme en escrito o pensado por mi padre. Pero a la vez, era consciente de que
el principal valor de un libro de este tipo era para comprender el presente, ese "presente
vivo" que mi padre contraponía con el "pasado muerto". En la Argentina habían ocurrido
cosas demasiado importantes entre 1973 y 1992 como para que no las registrara en un libro
destinado a los jóvenes, a quienes se estaban formando como ciudadanos. Yo acababa de
terminar mi Breve historia contemporánea de la Argentina y me pareció que podría ofrecer
un resumen digno, que cubriera el período hasta 1993. Tengo la íntima convicción de que
las ideas generales de este capítulo estarían en consonancia con las del resto de la obra.
Hoy, en esta nueva versión, he revisado el texto original y he completado el capítulo XV,
pues lo ocurrido en los últimos tres años sin duda hace más claro lo que en 1992 era sólo
una intuición. Probablemente seguiré haciéndolo en el futuro, en parte porque este libro ya
tiene una existencia propia, y en parte por convicción filial, Estoy convencido de que es mi
obligación hacer lo necesario para mantener vigente el pensamiento de mi padre, que me
sigue pareciendo admirable, enormemente complejo detrás de su aparente sencillez, y sin
Explicación: