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Corría el año 1995 cuando un repentino cuadro febril sorprendió al docente de la ciudad ancashina de Caraz Aníbal Pais Léctor, en momentos que supervisaba las prácticas preprofesionales de futuros profesores en el Instituto Superior Pedagógico de la provincia de Yungay.
Ninguno de sus familiares alcanzaba a comprender la razón de aquella calentura que inmediatamente llenó de angustia sus vidas, porque los médicos del hospital San Juan de Dios de Caraz no lograban identificar la enfermedad y decidieron transferirlo al hospital Víctor Ramos Guardia de Huaraz.
“El doctor Douglas López propuso que me hicieran una intervención quirúrgica y fue en ese momento que detectaron que se trataba de una pancreatitis aguda que estaba dañando los demás órganos de mi cuerpo, incluso mi cerebro”, precisa Pais Léctor.
Señala que su estado era muy crítico, motivo por el cual fue evacuado de emergencia vía aérea al hospital Rebagliati de la ciudad de Lima por intermedio del sacerdote Gregorio Mesarina, quien se convirtió desde ese entonces en su ángel guardián.
“No tenía muchas probabilidades de vivir. Estuve conectado a un respirador de diez a doce días. Mis órganos no respondían”, sostiene.
Sin embargo, la madre y la esposa del docente albergaban sus esperanzas en el Señor de los Milagros y se dirigieron al templo de las Nazarenas para pedir por su salud con sus oraciones. Increíblemente, el sacerdote que en ese entonces realizaba la homilía dijo que en ese momento una persona estaba recuperando sus signos vitales, refiere Aníbal Pais.
“Grande fue la sorpresa de mi esposa y mi madre cuando al llegar al hospital confirmaron que yo comenzaba a recuperar mis signos vitales, aunque los médicos señalaban que aún no había pasado el peligro, pues mi cerebro no respondía adecuadamente, estaba como loco”, manifiesta.
Contra todo pronóstico los galenos lograron estabilizarlo y le indicaron que tenía que quedarse seis meses internado hasta restablecerse completamente y le pidieron a sus familiares que continúen rezando.
Exactamente después de un mes fue dado de alta, pero para confirmar que ya estaba fuera de peligro su esposa y su madre lo llevaron a una clínica donde los profesionales dijeron que era un milagro que estuviera bien.
“El señor es mi luz y mi salvación a él le debo la vida y bendición de la que goza mi familia”, refiere el profesor, quien también se animó a contarnos que en su lecho de enfermo vio cómo la virgen curaba sus heridas en una revelación que seguramente jamás olvidará.
Como agradecimiento, Aníbal Pais fundó en el año 1996 la hermandad del Señor de los Milagros en Caraz, la cual preside desde ese entonces. “La fe en el Cristo Moreno se ha arraigado en esta ciudad. Los pobladores participan masivamente en las actividades religiosas en su honor”, agrega.
El testimonio de Aníbal Pais es real, auténtico. Es una prueba más de que la fe sí mueve montañas, pues el señor siempre hace llegar su misericordia a quienes más lo necesitan y les transforma la vida
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