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e aproxima la hora para que el Gobierno Nacional haga entrega ante el Congreso de la República del proyecto de reforma tributaria.
Guillermo Perry Rubio, exministro de Hacienda (y quien formó parte de la Comisión de Expertos para la Equidad y la Competitividad Tributaria), argumentó que el país debe reformar su sistema tributario ya que este es demasiado complejo para los contribuyentes, quita incentivos a la generación de empleo y facilita el incremento de la evasión.
Las críticas en torno al estudio de la Comisión de expertos no se han hecho esperar.
¿Cómo las analiza?
Las críticas que he visto se refieren a puntos muy específicos: el IVA a tal o cual producto, el impuesto a las transacciones financieras y el gravamen a los dividendos.
Es importante recordar que se trata de una propuesta de reforma integral, como nos lo solicitaron el Gobierno y el Congreso. Por eso es necesario no perder de vista el bosque por concentrarse en un solo árbol, o en una rama.
A nuestro juicio, si esta propuesta se adoptara en su conjunto –por supuesto, con afinamientos puntuales–, el país quedaría con un sistema tributario que generaría suficiente recaudo para mantener y aumentar el gasto social y en infraestructura que los colombianos necesitamos; se distribuirían las cargas en forma más equitativa, haciendo que los que más tenemos paguemos más.
Se castigaría mucho menos la inversión y la creación de empleo, que es lo que sucede con el régimen actual; y, además, sería mucho más sencillo que el código actual, facilitando así al contribuyente el pago de sus obligaciones.
Estos son los cuatro criterios que debe cumplir un sistema tributario moderno. Confiamos en que los ciudadanos, el Gobierno y el Congreso, al conocer mejor la integralidad de la propuesta, coincidan en que cumple con ellos.
¿Por qué Colombia necesita reformar su sistema tributario?
Por cinco grandes razones. Primero, porque es demasiado complejo para el contribuyente común y corriente y para las empresas pequeñas y grandes, que prácticamente tienen que llevar dos contabilidades distintas (una para cumplir con las normas internacionales que adoptó el país y otra, la vieja, para la Dian).
Segundo, porque es tremendamente inequitativo, pues dos personas o dos empresas que ganan lo mismo pagan tasas enteramente diferentes, según los privilegios tributarios a los que tienen acceso.
Tercero, porque los muy ricos pagan muy poco y una gran parte de la clase media no paga nada de impuesto a la renta, a diferencia de lo que ocurre en los países serios.
Cuarto, porque castiga absurdamente la inversión productiva y la creación de empleo formal. Y, quinto, porque, ahora que se acabó el ‘boom’ petrolero, no permite recaudar ni siquiera para mantener el nivel actual de gastos en educación, salud e infraestructura.
Conviene recordar que los ingresos fiscales del petróleo se reducen drásticamente a partir de este año. No se disminuyeron en el 2015 porque todas las petroleras pagaron impuestos de renta todavía altos y Ecopetrol distribuyó dividendos muy considerables, liquidados sobre sus utilidades del año 2014, cuando los precios promedios del petróleo eran todavía superiores a los 90 dólares por barril. Hoy están por debajo de 40 y es improbable que vuelvan a subir siquiera a lo
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