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Había una vez un niño llamado John, que deseaba enormemente una bicicleta. Al percatarse de que ya pronto llegaría Santa a dejarle los regalos a los niños, empezó a escribir con entusiasmo su carta de navidad. Tanto entusiasmo tenía que la adornó muy bonito, colocándole brillantina, estrellas hechas por él mismo y pintándola con muchos colores. La puso en el árbol de su casa y se fue a dormir, en la espera de que Santa llegase y la recogiera.
Cuando Santa la hubo recogido y se la llevó al Polo Norte, sus ayudantes duendes se dieron cuenta que la carta de John era la más bonita que habían visto jamás, sin embargo, estaba tan adornada, que no se podía leer lo que John pedía como deseo. Así que ingeniaron un plan para disfrazarse de persona e ir a la casa de John a preguntarle qué era lo que quería como regalo para esta navidad. Así pues, los duendes fueron a casa de John y tocaron su puerta.
Él, creyendo que se trataba de un amigo de su madre, abrió y se encontró con ellos. Estos sin perder el tiempo le hicieron la pregunta y él contesto que deseaba con todo su corazón una bicicleta azul. Los duendes corrieron al taller de Santa con esta información y le hicieron una hermosa bicicleta azul a John.
A la mañana siguiente, ya era tiempo de abrir los regalos, y el niño, entusiasmado, corrió a abrir su regalo, descubriendo que Santa le había regalado la bicicleta que tanto había deseado. John no paraba de saltar de la emoción y sus padres estaban muy feliz de verlo. Luego de abrir los regalos, John se vistió y salió a jugar con ella y sus hermanos.
Fin