Loer el siguiente texto
La guitarra
Hilario vivia en su rancho, apartado de toda población indigena. Tenía la sole
dad como companera. Muchas auroras y crepúsculos melancólicos vieron a aquel
gaucho solitario que no sentía más que la musica grave del árbol y los bosques, la
temeraria quietud de la llanura y la embargante tristeza del campo con su hori-
zonte de ciclo y tierra. De tiempo en tiempo, recorría las poblaciones lejanos con la
esperanza de encontrar a la compañera que presentía en sus sueños. Aquella que
se une a la vida del hombre para comparth sus esfuerzos, sus luchas y esperanzas.
Un dia conoció a Rosa, la criolla más linda y graciosa del pueblo cercano Des-
de entonces, las noches oscuras del gaucho se tornaron claras, luminadas por los
ojos de la mujer amada. Y se casó con ella.
Hilario vivia feliz con su compañera en el rancho levantado en medio del bosque
silencioso. Pero como toda cosa buena en la vida, no podía durar. Una manana,
Hilario dejó sola a Rosa para ir a una población cercana. Se despidieron tierna.
mente sin presentir que esa mañana luminosa cerla la última Amuray, el cacique
de una tribu indigena, se habla enamorado de Rosa, pero había sido rechazado.
Entonces, rencoroso y vengativo, resolvið raptarla.
Cuando por la tarde regreso, el gaucho encontró vacio e rancho. Como Imagino
lo que habia ocurrido, se lanzó desesperado en persecución de Amiray, hasta que
logró alcanzarlo.
Luchó con el hasta que pudo arrebatarle a Rosa. Pero ella estaba muy enferma
y había perdido el sentido
Hilario la llevó al rancho y. desesperado, estrecho el cuerpo de Rosa entre sus
brazos, mientras sollozaba y la llamaba. Llegó la noche, e Hilario se quedo dormi-
do con la cabeza inclinada sobre el rostro de su amada. Al amanecer, desperto de
su profundo sueno al son de una música de notas misteriosas y halló en sus bra-
zos una caja con formas de mujer en lugar del cuerpo de su companera.
Desde ese momento, canto con la guitarra el recuerdo de su amada. Por eso.
aquella sine para acompanar penas y sentimientos.
Loenda argentinaNecesito que me marquen los verbos de este texto
Respuestas
La guitarra
Hilario vivía en su rancho, apartado de toda población indígena.
Tenía la soledad como compañera. Muchas auroras y crepúsculos melancólicos vieron a aquel gaucho solitario que no sentía más que la música grave del bosque, la temeraria quietud de la llanura y la embargante tristeza del campo con su horizonte de cielo y tierra.
De tiempo en tiempo recorría las poblaciones lejanas con la esperanza de encontrar a la compañera que presentía en sus sueños.
Aquella que se une a la vida del hombre para compartir sus esfuerzos, sus luchas y esperanzas.
Aquella que se busca como consuelo como fuerza, unida como “el agua en las piedras, como los cardones en la loma, como la luna busca en los cielos la ruta de los dioses que se fueron de la tierra”.
Un día conoció a Rosa, la criolla más linda y graciosa del pueblo cercano. Desde entonces las noches oscuras del gaucho se tornaron claras, iluminadas por los ojos de la mujer amada. Hilario vivía feliz con su compañera en el rancho levantado en medio del bosque silencioso. La vida se había transformado: los crepúsculos se tornaron soñadores, el viento corría mansamente en las noches, en constante diálogo con las hojas del bosque, como el quejido de una copla aldeana. Pero como toda cosa buena en la vida, no podía durar. Una mañana Hilario dejó sola a Rosa para ir a una población cercana.
Se despidieron tiernamente sin presentir que esa mañana luminosa tendría que ser la última.
Amuray, el cacique de una tribu indígena, se había enamorado de Rosa, siendo rechazado. El indio vio que la mujer de sus sueños amaba a otro.
Amuray, rencoroso y vengativo, resolvió raptar a Rosa, y para ello vivía continuamente en acecho. La oportunidad se le presentó ese día con la ausencia de Hilario.
Por la tarde regresó el gaucho ansioso de las caricias de su compañera, sin pensar en la cruel sorpresa que lo esperaba. Encontró vacío el rancho. En el patio había señales frescas de lucha desesperada y la huella de un caballo hasta el sendero. Imaginando lo ocurrido se lanzó desesperado en persecución de Amuray, hasta que logró alcanzarlo. La lucha fue feroz. Pero al fin el valiente gaucho pudo arrebatar a la cautiva de los brazos del indio quien se retorcía en medio del camino en la agonía de la muerte.
Pero el infeliz no recuperó nada más que un cuerpo sin vida. Rosa había muerto en el transcurso de la lucha.
Desesperado, estrechó el cuerpo amado entre sus brazos, mientras sollozaba y la llamaba.
Llegó la noche cargada de tristezas. Hilario se quedó dormido con la cabeza inclinada sobre el rostro querido.
o al son de una música de notas misteriosas, y halló en sus brazo Al rayar el alba desperezando el monte, despertó de su profundo sueño una caja con formas de mujer en lugar del cuerpo de su compañera.
Con ella cantó durante su vida el recuerdo de su amada.
Por eso ella servirá siempre para acompañar penas y sentimientos.