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Intrépido, ambicioso y rebelde, José Miguel Carrera es uno de los personajes más controvertidos de la historia chilena y hasta hoy día sigue despertando intensos sentimientos de adhesión o rechazo.
Nieto de un oidor de la Real Audiencia -Juan Verdugo Castillo- hijo de un vocal de la primera Junta Nacional de Gobierno -Ignacio de la Carrera Cuevas- y vinculado con las familias más aristócráticas de Santiago, su vida conjuga el poder y la riqueza junto con un prestigio constantemente amenazado por sus osados actos polìticos. Fue justamente su carácter individualista y trasgresor, el que muchas veces lo hizo caminar al margen de las normas políticas y enfrentarse con otros líderes patriotas, especialmente con O'Higgins.
Empeñado en liberar a Chile de la dominación española, viajó a Estados Unidos buscando apoyo y consiguiendo aportes económicos para la realización de su plan estratégico. Su espíritu progresista lo llevó a ser uno de los pocos criollos abiertamente independentista, en una época en la cual la mayoría de los habitantes de Chile aún permanecían fieles al rey del España, y a decretar -una vez en el poder- la manumisión de los esclavos negros. A su iniciativa se debió también la proclamación del primer Reglamento Constitucional chileno del año 1812.
Su vida estuvo llena de peripecias y tal vez por ello, escribió tempranamente su testamento. Acusado por sus contemporáneos de tirano e irreligioso, fue depuesto del mando del ejército tanto por las sucesivas derrotas sufridas frente a los realistas como por su obstinado afán de poder.
La historiografía posterior, en general, ha juzgado a José Miguel Carrera duramente, al igual que sus contemporáneos. El diario militar, que presenta su perspectiva frente a las batallas libradas, muestra también sus afanes y motivaciones, y permite comprender mejor su figura humana e histórica. Asimismo, otros documentos como las proclamas, con que arengaba a los ciudadanos, los manifiestos a través de los cuales se defendió de las acusaciones de rivales como O'Higgins y la libreta, que llevaba consigo durante sus últimos días, son valiosas fuentes para la comprensión del carismático y personalista caudillo.
Escondido y desamparado después del desastre de Rancagua, traicionado y fusilado en Mendoza, su vida y obra han sido exaltadas en la literatura y la poesía. Del mismo modo, muchos historiadores le atribuyen un papel preponderante en el proceso de independencia nacional, considerándolo "el primer jefe de la Patria libre" y un personaje cuya figura se encuentra fuertemente unida a la conciencia colectiva nacional en la forma de uno de sus héroes más apreciados