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Retrógrado es un adjetivo que procede del vocablo latino retrogrădus. Se trata de un término vinculado al verbo retrogradar (retroceder en el tiempo, dirigirse hacia atrás). Concretamente podemos determinar que se trata de una palabra compuesta por las siguientes señas de identidad:
-El término “retro”, que significa “hacia atrás” y que es fruto de la suma de dos elementos: el prefijo “re-”, que es sinónimo de “volver”, y la partículo “tro”, que viene a acompañar a distintos prefijos latinos.
-La palabra “gradus”, que puede traducirse como “paso” o “peldaño”.
La noción se utiliza de manera despectiva para nombrar a la persona que apoya prácticas o políticas típicas del pasado. Quien es retrógrado, por lo tanto, se opone al progreso y a la actualización de ciertos valores y conductas.
Lo retrógrado suele emplearse con referencia a lo reaccionario ya que se opone a los cambios y, en cierta manera, implica un deseo de volver a las condiciones del pasado. Tomemos el caso del matrimonio entre personas del mismo sexo. Una postura progresista, que busca adaptarse a las nuevas prácticas sociales y costumbres y que pretende desterrar los prejuicios que existieron durante décadas o siglos, apoya que dos hombres o dos mujeres puedan casarse. En cambio, alguien con pensamiento retrógrado preferirá no modificar la legislación y optará por reclamar que los homosexuales no puedan contraer matrimonio.