Respuestas
Respuesta:
No es fácil hoy día ser cristiano; quizá no lo haya sido nunca. La profesión cristiana exige cierta coherencia. Un cristiano no puede tener a Dios difuminado en el horizonte, velado, casi imperceptible; como pidiendo perdón por su existencia: un Dios distraído, que mira para otro lado, que nos deja por completo las manos libres; desinteresado de los asuntos humanos. Eso es deísmo, pero no cristianismo. El Dios de los cristianos ama a sus criaturas, quiere que se las respete, es celoso del recto orden que Él ha constituido, no le resulta indiferente la observancia de la justicia y de la moralidad.
Un cristiano coherente considera la razón bien informada como la voz de Dios, como la guía natural que Él le ha dado, y piensa que no actuar de acuerdo con la razón es contrario a la naturaleza de Dios, tanto en el obrar individual, como en el quehacer político y social. No defiende que una mayoría parlamentaria legitima sin más cualquier decisión. Ni siquiera los agnósticos son de este sentir. En una democracia bien ordenada, los ciudadanos se deben unos a otros razones que justifiquen las disposiciones legales. Así Jürgen Habermas. No vale la arbitrariedad o el trágala. Las leyes hay que consensuarlas para que sean estables y respetadas. La visión laicista no goza de primacía alguna sobre la interpretación religiosa. El fundamentalismo laicista constituye un peligro real.
Explicación: