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La Fiebre del oro de California fue un fenómeno social ocurrido en Estados Unidos entre 1848 y 1855 que impulso de forma notable la migración occidental, por ello es considerado el fenómeno migratorio más grande de la historia de este país[16]. Este fenómeno, que comenzó tras ser descubierto oro en Sutter's Mill (Coloma), se caracterizó por la gran cantidad de inmigrantes (más de 300 000 personas) que llegaron a las cercanías de San Francisco (California) en busca de dicho metal.
La fiebre del oro en California, considerada el acontecimiento fundamental en la formación del estado y uno de los hechos más significativos de la formación de la nación, localizado entre la compra de Louisiana en 1803 y la Guerra Civil de 1861, comezón cuando el 24 de enero de 1848, James Wilson Marshall, encontró pepitas de oro en el río American en las faldas de la Sierra Nevada, cerca de Coloma. Marshall, un carpintero de Nueva Jersey, trabajaba en la construcción de un aserradero propiedad de John Sutter, un suizo alemán en la colonia de Nueva Helvetia, que originó la ciudad de Sacramento. Esta zona era escasamente poblada y había quedado en manos de los estadounidenses tras el Tratado de Guadalupe Hidalgo, en ella solo habitaban los llamados californios, individuos de origen español y mexicano.
Mineros durante la fiebre del oro.Los primeros buscadores de oro, llamados Forty-niners o 49’erns, viajaron a California por barco por la ruta de Cabo Hornos o en caravanas atravesando el continente, enfrentando un viaje muy duro la mayoría de las veces. Los mineros provenientes del este venían en carretas de caballos en viajes que duraban desde abril o mayo hasta septiembre, solos o en caravanas, que costaban unos $200, en momentos en que un trabajador promedio ganaba menos de $1 diario. Por su parte los que llegaban en barcos que navegaban bordeando el Cabo de Hornos hacian un viaje que podía durar hasta ocho meses. La mayoría de los inmigrantes eran estadounidenses, pero la fiebre del oro también atrajo decenas de miles de personas desde Iberoamérica, Europa, Australia y Asia. Al principio, los buscadores de oro recogían el oro en los arroyos y lechos de los ríos usando técnicas simples como el cribado, pero más tarde desarrollaron métodos más sofisticados para la extracción del oro que fueron adoptados en todo el mundo. Algunos de estos buscadores de fortuna se hicieron millonarios, pero la mayoría se quedó con poco más de los bienes que tenía cuando la fiebre comenzó.
Los efectos de esta migración repentina fueron espectaculares. Antes de la fiebre del oro, San Francisco era una aldea diminuta, y con la fiebre la aldea llegó a ser una ciudad. Se construyeron escuelas, caminos e iglesias, y se fundaron otros pueblos. Se creó un sistema legal y de gobierno, lo cual llevó a la admisión de California como estado de la Unión en1850. Los nuevos medios de transporte, como el barco de vapor, entraron en servicio en el estado, y se tendieron líneas de ferrocarril. También se inició el negocio de la agricultura, el segundo rubro de mayor crecimiento en California.
La fiebre del oro también tuvo efectos negativos: los aborígenes de la región fueron atacados y expulsados de sus tierras tradicionales, hecho que redujo considerablemente la presencia de ellos en la región[17]. Importante fue también el impacto ambiental que la minería produjo. Además, en medio siglo, hasta 40 millones de búfalos, fueron sacrificados por las pieles y la carne y para facilitar la propagación de los ferrocarriles. La pérdida de estos animales, un recurso económico fundamental para los indios de las llanuras, fue un golpe existencial para las culturas nativas.
"Con estas acciones nuestro banco se une a otros bancos centrales que actualmente ya guardan sus reservas en sus propios países", afirma el banco holandés. "Esto, junto a una distribución más equilibrada de las reservas, permitirá a los bancos europeos devolver la confianza a sus inversores y a la opinión pública", cita las palabras de un portavoz del banco holandés Investing.com.
En este momento el 31% de las reservas de oro de los Países Bajos están depositadas en Ámsterdam, el 31% en Nueva York, el 20% en Ottawa (Canadá) y el 18% en Londres.