Respuestas
La actual crisis internacional se diferencia de casi todas las crisis económicas internacionales desencadenadas en los países capitalistas centrales, como las de 2001-2002 o la de 1990-1991, por ejemplo, para sólo citar las más recientes. La especificidad de la crisis actual no es tanto el resultado de un proceso de sobreacumulación de capital en los sectores productivos de punta, desencadenada en el plano financiero por el estallido de una burbuja especulativa bursátil centrada principalmente en esos sectores (Pérez, 2004), sino más bien una crisis financiera-bancaria de nuevo tipo,2 como veremos más adelante, gestada dentro de una coyuntura de crecimiento sostenido de la economía mundial, tanto de la producción y la inversión productiva como, en particular, de los sectores de punta del actual ciclo económico mundial.
El estallido de la crisis hipotecaria en Estados Unidos a mediados de 2007 parece no haber afectado sensiblemente al curso de la economía mundial hasta mediados de 2008, la cual continuó manteniendo altas tasas de crecimiento superiores a 5% anual (UN, 2008) con niveles récord de inversión internacional directa cercanos al 30% anual anterior (WTO, 2008). El nuevo núcleo dinámico de la economía mundial (sector electrónico-informático) mantenía altas tasas de crecimiento al momento del estallido. Según Gartner, la consultora más reconocida de la industria electrónica, la producción de los componentes básicos de la misma (semiconductores) seguía manteniendo "un crecimiento sorprendentemente fuerte" aún en el tercer trimestre de 2008 (Deffree, 2008), y lo mismo señala la consultora IDC, para quien las ventas de microprocesadores para las computadoras personales continuaban creciendo a "niveles récord" hasta el mismo periodo (Business Wire, 2008).
Lo mismo puede observarse en la bolsa de Nueva York, al comparar el comportamiento de los índices NASDAQ (acciones de alta tecnología) y Dow Jones (conjunto balanceado de acciones de diferentes esferas de negocios): existen relaciones muy distintas entre lo sucedido en 2001-2002 (la llamada crisis de Internet) y la de 2008, desencadenada a partir de la caída bursátil de septiembre de ese año, en la coyuntura de auge bursátil que precede a la caída así como a partir de esta misma. En el ciclo que culmina en el derrumbe de 2001-2002, los valores del NASDAQ se alejan más fuertemente de los del Dow Jones, tanto hacia arriba en el auge como hacia abajo en el desplome (ascenso y caída muchísimo más pronunciadas de las cotizaciones). En cambio, durante la crisis de 2008 no hay gran diferencia en el comportamiento de ambos índices en la fase ascendente del ciclo bursátil ni en la descendente.
A nuestro entender, ello se debe a que la crisis actual no puede reducirse estrictamente a ninguna de las tipologías anteriores. Como señalamos al comienzo de esta sección, la crisis de 2008 no sólo fue el resultado de una sobreacumulación de capital en sectores de punta, sino de la creciente desconexión entre la nueva economía financiera (colosal masa de sobreacumulación de capital-dinero especulativo en búsqueda de colocación lucrativa por cualquier medio) y de las dimensiones de la economía real, la demanda social y la inversión productiva en Estados Unidos y en la mayor parte del mundo. A partir del nuevo siglo, la gran sobreacumulación de capital dinerario tendió a centrarse en un nuevo tipo de sistema bancario desregulado (Gillian and David, 2007; Marshall, 2009) existente en potencia desde los orígenes del capitalismo informático y la globalización neoliberal, a partir de la contradicción profunda entre la fortaleza y dinamismo de la producción global y la nueva economía del conocimiento, y la fragilidad de un sistema financiero anárquico, cada vez más volátil e hipertrofiado.3
Este nuevo sistema financiero se estableció a partir de un conjunto de fenómenos nuevos integrados sistémicamente entre sí: la titularización y desregulación del crédito, la informatización de la circulación del dinero, la globalización financiera, los instrumentos financieros derivados,4 los nuevos fondos especulativos de inversión (Dabat y Toledo, 1999) y el enorme enriquecimiento rentístico-privado de amplios sectores de la población mundial favorecidos por la globalización, que acentuó el sesgo especulativo del capitalismo estadounidense y mundial conforme consideramos en la sección Las bases económicas y tecnológicas de la declinación de la segunda parte de este trabajo.