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Si hay una pregunta que trasciende su condición de mero enunciado interrogativo y que ha llevado a la humanidad hacia el progreso, más allá de los preceptos metafísicos del sentido de la vida, es la de nuestra soledad en el Universo. No en vano, la NASA contó el año pasado con cerca de 20.000 millones de dólares de presupuesto para responder a esta y a otras cuestiones relacionadas. Uno de los encargados del manejo de tal cantidad de dinero, aunque él insista en que es más bien poco, es Rory Barnes, impulsor del programa de Astrobiología de la Agencia Espacial de Estados Unidos y profesor de la Universidad de Washington.
Barnes, que luce con orgullo un "astro" en su dirección de correo electrónico y habla con la premura nerviosa de los grandes divulgadores, insiste en quitarse mérito, antes de comenzar la explicación: "Cada vez tenemos más indicios de que la vida si no existe, existió más allá de nuestro planeta. Por tanto, esa pregunta se podría responder teóricamente. Ahora bien, si hubiera vida en otros planetas, ¿cómo la encontraríamos". La respuesta, siempre según este reputado científico, pasa por los biomarcadores. Traducción directa del biomarker sajón, la palabra hace referencia a las sustancias que pueden indicar un estado biológico.
"El objetivo de las misiones a Marte es, entre otros, buscar vida macrobiológica o restos de microorganismos que nos puedan indicar dirección a seguir", acota José Miguel Mas Hesse, director del Centro de Astrobiología del CSIC, y continúa: "Hasta ahora, lo más complejo que hemos podido encontrar son moléculas orgánicas, moléculas hidrocarbonadas con 10 átomos de carbono". La traducción no es tan complicada: si hay o hubo vida en Marte, tiene que haber vestigios de la misma en el subsuelo.
De izquierda a derecha José Miguel Mas Hesse, Rory Barnes y Víctor Parro.DAVID S. BUSTAMANTE
Si bien Marte es el paradigma y el principal campo de pruebas dentro del sistema Solar, el trío de ponentes que completaba Víctor Parro, también del departamento de Astrobiología del CSIC, explica que las respuestas que buscamos puede que no estén demasiado lejos: "En las minas de Riotinto, en Huelva, hay condiciones que creemos parecidas a las de un Marte antiguo. Hay tramos de corriente que son casi disoluciones mismas de ácido sulfúrico", afirmaron. ¿Y más allá del sistema solar? Para buscar esos biomarcadores en los exoplanetas recientemente descubiertos, los científicos se valen de una técnica tremendamente novedosa y aún en desarrollo que consiste en el estudio del espectro de luz de los cuerpos azules. Dependiendo de las trazas espectrales encontradas, los investigadores de la NASA son capaces de reconstruir la composición de la atmósfera. En palabras del mismo Barnes: "dennos diez años y volvemos a hablar".
Más allá de las explicaciones de Rory Barnes, el gran protagonista del coloquio, los investigadores de Astrobiología del CSIC fueron preguntados por el nombramiento de Pedro Duque como Ministro de Ciencia, Innovación y Universidades: "Es una gran noticia para la ciencia, la investigación y el desarrollo, pero realmente no podemos valorar aún sus medidas en tan poco tiempo", afirmó Mas Hesse. Víctor Parro aprovechó para reivindicar la apuesta por la innovación y la tecnología que el mismo Ministro propugnó antes de serlo: "No es tanto pedir más dinero para la ciencia y la investigación, que también, como poder gastar de manera más eficiente y completa el que hay disponible", dijo con vehemencia.
PODER ECONÓMICO Y PODER CIENTÍFICO
En otro de los coloquios que toman en verano el Palacio de la Magdalena de la UIMP, la directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CNIEH), María Martinón Torres, siguió la línea de pensamiento de sus colegas del CSIC. En un intenso debate sobre investigación, poder económico y poder científico, la paleontóloga defendió el carácter de la "inutilidad bien entendida" de la ciencia. Ella, así como otros ponentes como Carlos Belmonte o Guillermo de la Dehesa, defendió el valor mismo del conocimiento abstracto, lleve o no a conclusiones materiales y aplicaciones útiles.
María Martinón, directora del CNIEH.DAVID S. BUSTAMANTE
En su intervención, Martinón habló de la evolución humana desde el punto de vista más crítico con la idea del diseño inteligente: "No hay una finalidad ni una direccionalidad en nuestra evolución, como no la habría si encontrásemos vida en otros planetas", aclaró.
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