Los hijos del Sol,
Wiracocha, el ser supremo de los incas, había creado todas las cosas, había separado la oscuridad de la luz y las tierras de las aguas. Después de varios intentos, había dado vida a los hombres y les había enseñado a vivir en paz y en armonía. Y luego de todo esto, se había internado en el mar no sin antes prometerles que volvería algún día.
Andando el tiempo, quiso Wiracocha hacer más, y le ordenó al sol que enviara a la tierra a sus propios hijos para ayudar a los hombres. Los seres humanos vivían entonces de cualquier manera: no tenían casa, se refugiaban debajo de una roca, al abrigo de una cueva o bajo un árbol; no sabían plantar ni cosechar: comían raíces y no conocían el arte de tejer el algodón o la lana para defenderse del frío.
Obediente, el Sol envió a la tierra a un hijo y a una hija para guía y consuelo de los hombres. Los hijos del Sol aparecieron bajo el lago Titicaca y convocaron a los hombres para que los siguieran. Prometieron guiarlos hasta el lugar donde deberían fundar el nuevo reino y juraron que, una vez allí, reinarían sobre ellos con la generosidad de su padre, que da la luz y el calor para la vida, ordena las tormentas y favorece las cosechas. Prometieron ser justos, protegerlos y traer prosperidad.
Todos los hombres les creyeron: los hijos del Sol irradiaban por sus ojos el fulgor de su padre, sus palabras emanaban claridad e inspiraban confianza; entonces se dejaron conducir y atravesar tras ellos ríos, arroyos, montañas, mesetas y valles. Los hijos del Sol llevaban un bastón sagrado y golpeaban la tierra con este.
-Allí donde la tierra se hunda para recibirlo, ese será el lugar elegido-habían dicho los enviados. Y todos lo creyeron.
Largos días peregrinaron por montañas, mesetas y valles. Al paso de los hermanos sagrados, los campos se fertilizaban, los ríos volvían a sus cauces, y los animales salvajes se acercaban amistosamente y los escoltaban en su recorrido. Florecían los árboles, y se secaban los pantanos. La naturaleza toda reconocía a los enviados del Sol, los saludaba y protegía.
Muchas veces los hermanos intentaron clavar el bastón en la piedra, pero su dureza no lo permitía, y la peregrinación continuaba entre el silencio y la esperanza.
Por fin un día, luego de tanto caminar, llegaron a la cima del monte Wanakaru, y allí la tierra se abrió generosa para recibir el bastón de oro. Los incas habían encontrado su lugar, en el cual brillaría la gran ciudad del Cuzco, la señora de los cuatro caminos del Tawantisuyo.
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Luego de leer con detenimiento el mito inca Los hijos del Sol, responde al siguiente cuestionario:
1) Sintetiza el contenido del mito Los hijos del Sol en tres secuencias narrativas.
Respuestas
Respuesta:
Se trata de un niño llamado Túpac que va de viaje con su abuelo Túpac que era el hechicero y curandero notable, y su mamá; Van de viaje al imperio porque ello era de una cultura indígena aimaras van porque el abuelo Túpac tenía que decirle algo al emperador de un sueño que era sobre el nieto que apenas avía cumplido 7 veranos.
Cuando el llega al imperio del cusco se pone en toda la mitad de la plaza y dice ¡Grande es el imperio de los hijos del sol, pero días terribles vendrán para los emperadores del cusco! Y luego el abuelo compareció ante el emperador Huayna-Cápac se cayó al piso y le comenzó a contar todos los secretos… después el arranca con el pequeño Túpac y su nuera de vuelta. Tiempo después el niño crece y el abuelo Túpac habla con el emperador y le dice que tienen que matar al chico pero la nuera lo escucha y dice porque van a matar a mi hijo y el abuelo le dice que vio en un sueño que “Túpac seria el instrumento de quienes destruirán el imperio”, luego el abuelo le cuenta todo lo que podría pasar con él y el imperio pero Túpac al escuchar esto le jura que el no va a caer en ninguna trama.