1. Determina si existen grupos de élite en la actualidad y cómo se relacionan con los grupos marginados

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Respuesta dada por: matiassalazar
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Dónde están hoy las élites, quiénes las integran y qué conductas promueven son preguntas clave en una sociedad como la nuestra, donde los comportamientos de las figuras de referencia son cada vez más imitados, dada la enorme difusión que les conceden los medios de comunicación.  Pero este nuevo entorno no parece que traiga noticias esperanzadoras, en la medida en que marca el paso de sociedades regidas por unas élites que se señalaban a sí mismas como modelo, a otras donde las figuras de referencia apenas poseen valores que las hagan destacables.  Producto de esta tendencia nos encontramos con que “las personas relevantes que al final se convierten en líderes de opinión se reducen a dos o tres políticos y a un montón de famosillos”.  Lo que es un problema serio, advierte Valle, ya que hablamos de personajes que realmente influyen en la sociedad. “Y lo paradójico es que, en un gran porcentaje, las opiniones que más se tienen en cuenta no son las más sólidas moralmente o las mejor argumentadas, sino aquellas que más gente sigue. Lo más usual es que nos fijemos en lo que piensa la mayoría de la gente y  acabemos creyendo lo mismo que ellos. Así, cuando observamos a un personaje determinado, lo que solemos valorar es cuánta gente le apoya y no si vale la pena lo que dice o hace”.   Por eso, afirma Valle, cuando un medio de comunicación poderoso decide defenestrar a un político, acaba consiguiéndolo. Y de igual modo ocurre cuando decide ensalzar a alguien.

“Los medios nos muestran a personas jóvenes y ricas, en muchas ocasiones únicas, con talentos elegidos arbitrariamente (como dar patadas a un balón) y con trayectorias en las que conseguido grandes recompensas sin demasiados esfuerzos”. Y ese mundo que vemos a través del televisor, lleno de chicos y chicas jóvenes y guapos/as, que todo lo hacen bien y que tienen mucho dinero “es el que pretenden copiar gran parte de los adolescentes. Y como es una tarea imposible”, asegura Carmen Valle, “acaban viviendo en una continua insatisfacción. Muchos desórdenes en la alimentación y muchos trastornos de ansiedad provienen de esa enorme frustración”. Al mismo tiempo, cualquier ejemplo que tenga que ver con el esfuerzo, el mérito y el largo plazo, tiende a ser rechazado: “los jóvenes quieren ser estrellas porque es lo que se les muestra. Incluso cuando quieren ser profesionales de éxito pretenden imitar a los más populares. Un aspirante a arquitecto quiere ser, como mínimo, Calatrava o Norman Foster. Para ellos, no hay término medio: o eres una estrella o eres un fracasado”. Y este conjunto de problemas están sirviendo para generar una creciente nostalgia política y social, advierte Javier Gomá, director de la Fundación Juan March y autor de Ejemplaridad pública (Ed. Taurus). Y es que el paso de las sociedades aristocráticas, donde las élites se promovían a sí mismas como modelo, a otras más abiertas, está generando múltiples roces no del todo resueltos. Según Gomá, “hay quienes piensan que hemos vivido durante siglos en una sociedad jerarquizada, bien ordenada y con ejemplos claros de conducta y que ahora, con la llegada de estas sociedades igualitarias y secularizadas, hemos caído en un mundo sin jerarquía en el que reina el desorden y el libertinaje, por lo que se hacen imprescindibles nuevas élites”. Enfrente encontramos a quienes creen que los problemas que pueda generar este aumento de la libertad resultan irrelevantes respecto de sus enormes ventajas. Para quienes defienden estas tesis, “vivimos en una época de liberalismo consumado, donde las esferas de la libertad han crecido hasta llegar a su máximo. Por eso, debemos mantenernos en ese lenguaje de la liberación que entiende que la moral privada no es más que un conjunto de planes de vida y que, por tanto, rechaza toda insinuación sobre el uso que debe hacer de su libertad, ya que es algo que pertenece exclusivamente a la vida privada”

Para Gomá, ambas posturas son poco adecuadas, en tanto considera que si bien no debemos regresar al tradicionalismo tampoco hemos de profundizar en estas tendencias que provocan sociedades “liberadas pero no emancipadas”. Más bien, de lo que se trataría es de “hacer un uso cívico y responsable de la libertad, dotando de un contenido ético a unos espacios de emancipación ampliados de manera consensuada y no de forma coactiva, como ocurría en el pasado”.  . En ese sentido,  y más allá de la sociedad concreta en la que se inserten, los expertos consultados entienden que los ejemplos individuales son un arma de primera magnitud.


Juanxd4568: Gracias
matiassalazar: denada
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hace 6 años